Foto/Twitter de ministro de Salud Francisco Alabi

El "desorden bien organizado" de Salud en el manejo confuso en las pruebas de paciente

Una cuarta prueba fue determinante para confirmar que Valladares era negativo a COVID-19. Días antes, Salud lo había declarado positivo pese a haberle dado de alta de un centro de contención y enviado a su casa. La PDDH abrió un expediente sobre su caso. 

El desayuno fue servido en el hospital de Tecoluca, en San Vicente, a todos los internos que habían dado positivo asintomáticos a COVID-19. Valladares terminaba de comer el suyo, cuando se retiró a su cama. Un médico se detuvo frente a él, a unos cuatro metros, y a la distancia le dijo: “No sé lo que pasó, pero usted es negativo”. Valladares apenas y pudo tragar el último bocado que aún llevaba en la boca. No se lo creía. Al caer la tarde del 2 de mayo, lo estaban regresando a su casa. 

Diez días antes, las autoridades de Salud declararon que Valladares había salido positivo asintomático a la prueba COVID-19, pese a haber cumplido cuarentena en un centro de contención, donde le practicaron tres pruebas y luego le dieron el alta. El 22 de abril, dos ambulancias, con un médico cada una, llegaron a su vivienda en San Vicente, donde estaba con dos sobrinos. Los médicos levantaron una ficha y le insistieron que su resultado había dado positivo, por lo que tenía que volver a ser internado. A los sobrinos los enviaron a un centro de contención en Garita Palmera, Ahuachapán.

GatoEncerrado conoció el caso de Valladares un día después de haber sido sacado de su vivienda por supuestamente tener el virus. La información que él tuvo en su poder fue limitada: solo fechas de pruebas, pero no los resultados. Sabía que estaba negativo cuando fue enviado a su vivienda, pero nunca vio ningún papel que lo certificara. 

En el hospital de Tecoluca, una cuarta prueba le fue practicada el 26 de abril. Ese resultado le permitió volver a casa. Para entonces, Valladares estaba negativo. A las 2:00 p. m. de ese 2 de mayo, firmó una vez más el acta de responsabilidad sanitaria debido a la pandemia COVID-19 que le entregó Salud. En ella se comprometió a permanecer bajo aislamiento domiciliario por los próximos 15 días. 

Para el infectólogo de adultos Iván Solano Leiva, “ya se cometieron varios errores” que han propiciado confusiones como el caso de Valladares. Aun cuando se desconoce lo que pudo haber ocurrido con sus resultados, Solado Leiva es determinante al afirmar que el “desorden” persistente en el manejo de los casos ha propiciado que haya pruebas con resultado negativo y que luego dieron positivo o viceversa. De acuerdo con el infectólogo, lo más probable es que existió una confusión en las muestras. Si bien la posibilidad de que una prueba esté sujeta a error por sí misma es posible, este es mínimo.

“Más parece que son errores en el transporte de la prueba, en el almacenamiento de la muestra, confusión del nombre. Errores humanos son mayores a que una prueba salga negativo siendo yo positivo”, explicó.  

El especialista insiste en que estos problemas parten, además, de que no hay un protocolo que los médicos operativos deban seguir. “Siempre he creído que el manejo ya en la segunda fase, en la creación de los centros de cuarentena, ha sido un desorden bien organizado”, manifestó a GatoEncerrado sobre el hecho de que no exista una “hoja de ruta ante diferentes escenarios que se pueden presentar”. 

“No hay una articulación del nivel operativo con el nivel ejecutivo. Pareciera que quedan muchas cosas a discrecionalidad del personal de salud”, afirmó el especialista basándose en denuncias que conoce de parte de colegas sobre los criterios manejados y que solo han dejado expuestos aún más al personal de Salud.

Uno de los puntos que Solano Leiva recomienda es que sean los infetólogos  quienes tengan la última palabra sobre las pruebas y no los epidemiólogos, como ocurre. “Un epidemiólogo no es un clínico que atiende pacientes y ve pacientes todos los días. ¿Cómo va a tomar decisiones basadas en la clínica si no tiene la experticia en ese caso?”, cuestionó.

Caso en PDDH

La Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) abrió un expediente con el caso de Valladares, bajo el número SV-00192020. Eso ocurrió el 23 de abril, un día después de que Valladares fue llevado al hospital de Tecoluca. El personal de la PDDH documentó la información que le había sido proporcionada por las autoridades de Salud desde el inicio de la cuarentena, como la hoja que le fue entregada cuando llegaron a su casa para confirmarle que habría dado positivo.

La PDDH solicitó la certificación del expediente de Valladares y, en ese entonces, pidió medidas alternas al resguardo y las razones por las que se volvió a ingresar, además de un informe sobre su condición de salud. Una fuente de la PDDH, quien pidió reserva de su nombre, confirmó a GatoEncerrado que han hecho solicitudes tanto al Sistema Básico de Salud Integral (SIBASI) de San Vicente, a la Dirección Regional de Salud Paracentral y también al ministro de Salud, Francisco Alabí. La misma fuente comentó que aún siguen esperando que les hagan llegar los documentos. “Denos tiempo”, fue la respuesta que obtuvieron de la Paracentral, misma que se excusó asegurando que han “solicitado la información a Salud, pero el ministro no ha dado respuesta”. 

Pese a que solicitaron una prórroga, el plazo se venció. Hasta este jueves, la PDDH seguía a la espera del informe. 

En San Vicente, Valladares cumple el aislamiento domiciliario al que se comprometió. No sale y por suerte, dice, encontró en su casa un poco de comida que le ayudará a sobrevivir el encierro. Sus sobrinos también fueron sacados del centro de contención.

El lunes 4 de mayo, un médico volvió a tocar la puerta de su casa. “Disculpe el malentendido”, fue lo primero que le dijo el doctor. Luego insistió con disculpas: “Nadie es perfecto, hay equivocaciones. Estamos haciendo lo que podemos”.

Aunque más tranquilo por estar en resguardo domiciliario, Valladares reciente el error. Cuando viajó a El Salvador desde Canadá, su plan era permanecer una semana, cumplir con una cita en la embajada canadiense y volver. Pero la crisis por COVID-19 lo dejó atrapado 40 días en cuarentena controlada: primero, llegó a la Villa Olímpica, en Mejicanos, y luego terminó en el Hotel Izalco, en la costa de La Paz. 

Desde su casa, Valladares no quiere recordar su paso por el centro de contención. “Al ver tanto que han hecho conmigo, pues, no quiero seguir más esto. Le doy gracias a Dios porque todo salió bien, porque estaba seguro de que yo estaba bien”.

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