Opinión

Bukele, uno más de los mismos de siempre

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Julián González

Doctor en filosofía iberoamericana. Catedrático del Departamento de Filosofía de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas. Autor del libro La escuela sin Dios. Apuntes para una historia de la educación laica (2014).

Tampoco le interesa la meritocracia. Lo suyo es el nepotismo y el amiguismo. Nada nuevo bajo el sol. El brazo ejecutor de su gobierno descansa en parientes suyos, en sus amigos; y en otras personas de dudosas credenciales para realizar una gestión pública de calidad, con profesionalidad y altura moral.

Por Julián González*

Digamos que los mismos de siempre son esos políticos salvadoreños que, tras el fin de la guerra civil, en lugar de fortalecer las bases de la democracia, gobernar con meritocracia y transparencia, y de trabajar por el bienestar de la mayoría, eligieron el camino de la impunidad, el nepotismo, la corrupción y el socavamiento de los principios democráticos. Si esto es así, Nayib Bukele es uno más en la lista de los mismos de siempre. Es un “digno” heredero de Cristiani, Saca o Funes. Pertenece a esta estirpe.

Igual que gobiernos anteriores, el presidente protege y defiende la impunidad de los militares involucrados en la masacre del Mozote (diciembre de 1981). Más de 500 niños fueron salvajemente masacrados por miembros de la Fuerza Armada. La reparación y la justicia no están en su horizonte político. Desprecia la verdad y la memoria de las víctimas. En este punto no se ve como comandante general de la Fuerza Armada, sino como su servil y eficiente secretario. Bukele dice “A sus órdenes, mi capitán”.

Así como a Alfredo Félix Cristiani no le interesó en su momento, a Bukele no le interesa una Policía Nacional Civil saneada, comprometida con la seguridad ciudadana, la justicia y la protección de los derechos humanos. Mauricio Antonio Arriaza Chicas es miembro “honorario” de una cúpula de exmilitares que, por respeto a los Acuerdos de Paz, nunca debieron ingresar a la PNC, mucho menos a cargos de dirección. Sobre miembros de esta cúpula caen señalamientos de acoso sexual, obstrucción de la justicia, tortura y vínculos con pandilleros y narcotraficantes. A esta cúpula perteneció el exdirector Ricardo Mauricio Meneses, quien cobró fama por sus vínculos con la banda de narcotraficantes Los Perrones. Pueden consultarse más datos en el libro de Héctor Silva Ávalos, Infiltrados. Crónica de la corrupción en la PNC (1992-2013), publicado en el 2014. Al estilo de los mismos de siempre, el presidente ha “blindado” a Arriaza Chicas como viceministro de Seguridad Pública.

Tampoco le interesa la meritocracia. Lo suyo es el nepotismo y el amiguismo. Nada nuevo bajo el sol. El brazo ejecutor de su gobierno descansa en parientes suyos, en sus amigos (Ernesto Sanabria, Mario Durán, los Anliker, los Castro) y en otras personas de dudosas credenciales para realizar una gestión pública de calidad, con profesionalidad y altura moral, como el caso de Salvador Alas (la Choly) y de Milena Mayorga. Como si esto no bastara, tiene de aliados a personajes de dudosa reputación, como Walter Araujo y Guillermo Gallegos. Estos dos son de los mismos de siempre.

Por un elemental sentido común, no hay mejor forma de exponer la honradez y la transparencia que rindiendo cuentas, dejarse auditar por las autoridades competentes, a fin de despejar cualquier indicio de corrupción en la administración de los fondos del Estado. Pero, a Bukele tampoco le importa la transparencia y la rendición de cuentas. Prefiere el manejo oscuro de los fondos del Estado, si no de todos, sí de una parte importante. El ministro de hacienda se ha rehusado a rendir cuentas. Bukele se comporta como una réplica de Francisco Flores o de Tony Saca (preso en el Centro Penal La Esperanza).  

Quizá lo más delicado de la coyuntura política sea el socavamiento de las bases democráticas. El sistema democrático actual hizo posible su elección. Ahora está obsesionado por socavar las condiciones de posibilidad que lo convirtieron en presidente de la república. No quiere reconocer límites al ejercicio de su poder. Bukele no quiere controles. Tiene vocación por la tiranía.

 

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Julián González

Doctor en filosofía iberoamericana. Catedrático del Departamento de Filosofía de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas. Autor del libro La escuela sin Dios. Apuntes para una historia de la educación laica (2014).

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