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Los familiares de los desaparecidos se convierten en detectives ante la impunidad

A los familiares de Amadeo, Flor María y Orlando no les quedó otra opción más que convertirse en detectives a tiempo completo de sus propios casos. Los familiares de estas personas desaparecidas no se conocen entre sí, pero comparten la misma incertidumbre y el interés de saber qué pasó con los casos en un El Salvador donde la impunidad prevalece. De hecho, desde que se reconoció el delito de desaparición de personas en la legislación salvadoreña, las autoridades solo han logrado condenar a cuatro acusados, menos de cien siguen procesados y casi dos mil casos siguen sin resolverse. Los familiares de Amadeo, Flor María y Orlando son de esas personas que han perdido la fe en las investigaciones oficiales y por eso decidieron hacer su propia búsqueda de pistas, con sus limitados recursos y con el dolor que cargan encima. 

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Por Karen Moreno*

Sara* visitó a su padre, como solía hacerlo, la mañana del martes 9 de diciembre de 2020. Cuando se acercó a la vivienda ubicada en Jardines de Madre Tierra, municipio de Apopa, al norte de San Salvador observó que el negocio de cervezas y sodas estaba inexplicablemente cerrado, así que se sentó a esperar y supuso que Amadeo de Jesús Campos Henríquez repartía mercancía en la zona. Pero, dos horas más tarde concluyó que algo andaba mal y decidió interponer, en ese momento, una denuncia por la desaparición en la subdelegación de la Policía Nacional Civil (PNC) que está a tres cuadras del lugar. Desesperada, forzó la puerta y encontró las pertenencias de su papá. Estaban desordenadas, como si alguien las hubiera tirado después de un forcejeo o desechadas luego de buscar algo que no encontró. También notó que las 400 cajas de bebidas del negocio ya no estaban. 

Cinco meses han pasado desde la denuncia de la desaparición de Amadeo y el caso sigue en el mismo punto de partida. En todo ese tiempo, la Fiscalía General de la República (FGR) se ha limitado a hacerle una entrevista a Sara. Nada más, no hay noticias de avances ni hipótesis oficiales de lo que pudo haber ocurrido. Así que Sara se juntó con su prima Michelle*, su abuela y tres tíos para convertirse en detectives empíricos y buscar, por su propia cuenta, a Amadeo. Los avances reales en el caso son los que Sara y su familia han conseguido. “Esta información prácticamente la hemos recabado nosotros, porque hemos ido a preguntar con los vecinos qué fue lo último que vieron”, explicó Michelle a GatoEncerrado.

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El de Sara no es un caso aislado. En El Salvador, miles de familias han tenido que emprender la búsqueda de sus parientes desaparecidos, empujados por la displicencia de las autoridades que no les han ayudado, a pesar de la insistencia. Los datos revelan que desde diciembre de 2019 hasta abril de 2021, la Fiscalía ha documentado 1,091 víctimas de desaparición, aunque la cantidad de denuncias por desapariciones podría ser mayor. En ese periodo, solo cuatro casos han terminado en condenas de los que los que participaron en las desapariciones.

Para entender por qué el registro y seguimiento de casos judicializados es desde diciembre 2019, es necesario recordar que fue hasta ese mes cuando en El Salvador entró en vigencia el delito de desaparición de personas. Desde entonces y hasta abril de 2021, cuatro imputados fueron condenados, de acuerdo con datos de la Fiscalía gestionados por GatoEncerrado a través de acceso a la información pública. Esos cuatro que fueron condenados son parte de las 55 personas acusadas de participar en desapariciones en 2020. Hasta abril de 2021, la Fiscalía especificó que otras 39 personas han sido acusadas formalmente por supuestamente cometer desapariciones. La mayoría de esos acusados son jóvenes de entre 18 y 30 años.

A pesar de estos datos, los diputados oficialistas de Nuevas Ideas decidieron enviar al archivo la propuesta de Ley de Creación del Sistema de Personas Desaparecidas y No Identificadas, junto a todo lo que fue discutido por la legislatura anterior sin ningún argumento más que para “limpiar la mesa” de trabajo. Dicho anteproyecto de ley se descartó a pesar de que fue presentado por el entonces diputado de Gana y actual viceministro de Seguridad, Osiris Luna. Es decir, el partido oficialista rechazó una propuesta que podría significar un avance en las investigaciones de desaparecidos y que además fue una iniciativa de un funcionario del mismo gobierno del presidente Nayib Bukele.

El fenómeno de las desapariciones también tiene relación con el tema de los homicidios. Mientras que los homicidios se han reducido históricamente en el país, los casos de desaparecidos han alarmado a la población. El actual gobierno de El Salvador atribuye la reducción de homicidios a un plan que el presidente Nayib Bukele ha decidido mantener en secreto y minimiza el fenómeno de las desapariciones. Pero esto no es nuevo. En 2012, el primer gobierno del FMLN propició en secreto una tregua entre pandillas que, entre otras cosas, logró una reducción de homicidios al mismo tiempo que las desapariciones alarmaron a la población. 

Un estudio de la Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho (Fespad) afirma que las autoridades han coincidido en que muchos de los cuerpos o restos localizados después de 2012 correspondían a víctimas asesinadas durante la tregua entre pandillas. De acuerdo con la Fiscalía, en 2013 fueron encontrados 254 cadáveres. Pero aún para 2012, el fenómeno no era nuevo. Su antecedente inmediato fue el conflicto armado, ocurrido entre 1980 y 1992, cuando las desapariciones fueron una práctica de terror para eliminar opositores políticos.

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Mientras la justicia salvadoreña sigue sin resolver casos como el de Amadeo, Sara y su familia han indagado por su cuenta, pero en realidad han logrado poco: Lo único que saben es que fue visto por última vez el 8 de diciembre a las 7:00 p. m., cuando salió de su casa aparentemente para comprar. Más tarde, en la madrugada, vecinos observaron un pequeño furgón que se estacionó en la cochera, donde estaba la mercadería. 

Sara y su familia todavía no comprenden quién o por qué desapareció Amadeo. Pero recuerdan que él decía que no podía pagar un aproximado de $1,500 de extorsión a la pandilla, aunque esta es solo una de las hipótesis que tienen. Entre las conjeturas también está que el culpable pudo ser un residente de la comunidad, porque nadie entra fácilmente a una zona de alto riesgo para cometer delitos. 

En su propia investigación, Sara y su familia han ido unas seis veces a la sede de la Fiscalía en Apopa para encontrar respuestas, pero siempre regresan sin avances. Han salido corriendo, cuatro veces, al Instituto de Medicina Legal, cada vez que escuchan una noticia de cuerpos encontrados con características parecidas a las de Amadeo. Han visitado seis veces los hospitales públicos. Cuando llegan a la sede policial ya saben que la única indicación será que vayan de nuevo a la Fiscalía. 

Investigar por su propia cuenta les da temor porque aún desconocen quién o quiénes podrían estar detrás de la desaparición, pero no se detienen. Al despertar y antes de dormir, si es que logran conciliar el sueño, rezan por encontrar a Amadeo todos los días, sin falta. Prácticamente viven para investigar dónde está y qué fue lo que ocurrió. 

“Los más cercanos a él tienen una fotografía junto a una velita en casa. Hasta ya le hicieron los rezos que se le hacen a las personas que ya han fallecido”, mencionó Michelle, conteniendo las lágrimas. 

Amadeo de Jesús Campos Henríquez desapareció el 8 de diciembre en Jardines de Madre Tierra, Apopa. Foto/Cortesía.

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Isabel García recibió una llamada en su celular, que provenía de la sede de la Policía de Sonsonate. La atendió de inmediato porque estaba esperando novedades en el caso de su hermana Flor, quien desapareció en Cojutepeque, Cuscatlán, el 16 de marzo de este año. Del otro lado del teléfono, la voz le indicó que junto a su familia debía presentarse en dos horas a una reunión. Agitada, y casi a gritos, Isabel le pidió a todos que dejaran lo que estaban haciendo y se alistaran para asistir a la reunión. Todos se alteraron y se sintieron nerviosos porque la llamada fue tan escueta que no sabían si las noticias que iban a recibir eran buenas o malas, así que cada miembro de la familia se limitó a tomar una pastilla para tratar de calmar la ansiedad, subir al vehículo y partir.

Flor María García, de 33 años, desapareció la mañana del martes 16 de marzo de este año, cuando supuestamente salió rumbo a San Salvador, específicamente a los llamados “edificios morados”, por insumos médicos para abastecer la clínica odontológica en la que trabajaba con su esposo Joel Valle, con quien procreó dos niños que actualmente tienen 3 y 5 años. Aunque tenía vehículo, decidió irse en un autobús del transporte público y dejó su celular en la casa porque estaba descargado. O al menos esa es la versión que su esposo ha contado para describir lo ocurrido. El siguiente día, el 17 de marzo, Isabel se convirtió en detective del caso. Se movilizó a los edificios morados para investigar, pero al revisar los videos de las cámaras de vigilancia verificó que Flor nunca llegó a su destino.

Desde entonces, Isabel estuvo muy pendiente de su celular para saber si las autoridades lograban más que la investigación y esfuerzos que inició con su familia. Así que el día de la reunión, Isabel y su familia llegaron con gran expectativa a la sede policial. Lo primero que encontraron fue una gran cantidad de vehículos para transportar a militares y policías. Eso, de entrada, aumentó el nerviosismo en la familia, según narró a esta revista el sobrino de Flor, Jorge García. 

Al ingresar, se reunieron con el ministro de Seguridad, Gustavo Villatoro, y con el director general de la Policía, Mauricio Arriaza Chicas. Durante una hora, los dos funcionarios expusieron dos hipótesis del caso, que la familia ahora considera inverosímiles y que demuestran que no hay un compromiso por investigar. La primera era que Flor migró hacia los Estados Unidos sin decirle a nadie y abandonó a sus dos hijos, sobre quienes siempre mostró que amó profundamente y daba su vida por ellos. Y la segunda es que se fugó con un amante, del que nadie sabe. Por si eso fuera poco, al finalizar la reunión, los funcionarios les pidieron posar para fotografías y luego salir a una conferencia de prensa, pero Isabel, Jorge y los demás familiares de Flor lograron escabullirse antes de que los periodistas los vieran. 

“Nos molestamos y le dijimos que eso (las hipótesis) no era verdad (…) Les dijimos que les daríamos la foto cuando mi tía estuviera aquí y felicitarlos, pero mientras tanto no había foto. Nos estaban revictimizando a todos”, dijo Jorge a GatoEncerrado

Villatoro sustituyó, en marzo de este año, al exministro de Seguridad Rogelio Rivas, quien fue destituido porque el Organismo de Inteligencia del Estado (OIE) descubrió que estaba armando una candidatura presidencial sin el permiso del presidente Nayib Bukele, según una publicación de El Faro. El nuevo ministro, quien en el pasado fungió como director de aduanas durante el gobierno de Elías Antonio Saca (condenado por corrupción), fue presentado por Bukele como el hombre ideal para liderar la estrategia en la investigación eficaz de los casos de desaparición.

Un par de días después de esa infructuosa reunión con la familia de Flor, el 31 de marzo, Villatoro dijo en conferencia de prensa que había estado en reuniones y que hizo llamadas con los diferentes equipos de investigaciones “para entender parte del fenómeno de los desaparecidos”. Anunció la creación de un comité multidisciplinario que va a estar acompañando a las víctimas y a las autoridades, “para generar de una forma más expedita el agotamiento de las diferentes hipótesis o líneas de investigación”. Desde esa declaración han pasado casi dos meses y no se ha conocido públicamente la implementación de ese equipo. 

La familia de Flor no ha vuelto a ser contactada por el ministro Villatoro ni tampoco por el director de la Policía. En tanto, la vida de la familia García no ha regresado a la normalidad. Los hermanos de Flor han dejado de trabajar para dedicarse a la búsqueda y Jorge dejó sus estudios en política y su trabajo en Estados Unidos, acompañado de sus padres y sus abuelos, quienes también dejaron su vida en pausa, sin fecha de regreso. Lo primero que hicieron cuando el avión aterrizó en El Salvador fue dirigirse a la Fiscalía de Cojutepeque, donde permanecieron todo el día y las únicas palabras que recibieron fueron: “vuelvan mañana”.

En sus propias indagaciones del caso, a Jorge le han perturbado varias cosas en estos meses. Por ejemplo, que a pesar de que el número de teléfono para recibir información ha sido divulgado tanto, nadie les da noticias sobre su tía Flor. Pero las pocas veces que suena, el nerviosismo se aviva. Se ha preguntado qué sucede con las familias de otros desaparecidos, cuyos casos no son mediáticos y que tienen miedo de alzar su voz por el contexto de violencia en el país. También le ha inquietado que ni el pastor ni nadie de la Iglesia Bautista Emanuel de Cojutepeque, a la cual asistía su tía Flor y su esposo, ha llamado para ayudar en el caso y tampoco han propuesto reunirse con la familia. Jorge aseguró que, incluso, la cuenta de Facebook de la congregación los ha bloqueado. Flor iba con frecuencia a esa iglesia y las fotografías demuestran que estuvo presente en las celebraciones de fin año 2020 y también aparece con su esposo Joel en un retiro de matrimonios a inicios de este año, compartiendo con otras parejas.

“Amaba la vida… ama la vida”, se corrigió a sí mismo Jorge, “porque sé que está viva. Es una persona feliz”, agregó, al describirla. 

Flor daba clases de inglés, le encantaba la naturaleza, acampar, andar en bicicleta, cuando era adolescente le encantaba la música bachata y ya de adulta, en su faceta de madre, tenía una estrecha relación con sus dos hijos.

Su caso ha sido difundido en todo el país y también ha trascendido internacionalmente. Los familiares de Flor brindan un sinfín de entrevistas semanales, con la esperanza de mantener la presión y que la búsqueda no se acabe. Lo primero que hizo Jorge al saber que su tía había desaparecido fue crear la página de Facebook #TodosSomosFlor, la madrugada del 17 de marzo, que ahora tiene más de 18 mil seguidores. El hashtag ha sido tendencia en el país varias veces en Twitter. 

Esta no es la primera vez que la familia García ha sufrido impunidad. Hace 13 años fue asesinada la madre de Flor y abuela de Jorge, en Acajutla, Sonsonate, mientras atendía su restaurante. Flor ayudó a sobrellevar el calvario. “Cuando murió mi abuela, era tanto el miedo que teníamos que no abríamos ni la puerta, tocara quien tocara. No nos asomábamos ni a la ventana. La puerta permanecía con llave. Pero mi tía (Flor) se ingeniaba lo que sea para entretenernos. Compramos un set de boxeo y movimos los sillones para boxear. Cuando nos empezamos a sentir seguros, salíamos a jugar basquetbol y fútbol”, recordó Jorge. 

Isabel, hermana de Flor, en el parque de Cojutepeque durante una concentración para exigir justicia en el caso de Flor. Foto/Emerson Flores

Familiares de Flor han investigado por cuenta propia. Algunos han abandonado sus trabajos y estudios para dedicarse a buscar a Flor. Foto/Emerson Flores

Isabel y Jorge, sobrino de Flor, exigen públicamente a la Fiscalía que actúe en el caso. Foto/Emerson Flores

Lo primero que hicieron algunos familiares de Flor, cuando llegaron desde Estados Unidos, fue buscar respuestas en la Fiscalía, pero solo obtuvieron un "vuelvan mañana". Foto/Emerson Flores

Este lugar, con varios locales, es donde Flor trabajaba como auxiliar de su esposo odontólogo. Foto/Emerson Flores

Desaparición de mujeres

Flor no es la única mujer desaparecida. El 31.1 % de personas que desaparecieron en 2020 fueron mujeres y la cifra se ha mantenido con el 30 % en lo que va de este año, de acuerdo con el registro proporcionado por la Fiscalía. A falta de un acompañamiento con enfoque de género desde las autoridades a los casos de mujeres desaparecidas, en El Salvador fue creada la Alerta Raquel desde la sociedad civil, que actualmente es la única que exclusivamente se enfoca en informar sobre desapariciones de mujeres, debido a las condiciones en las que desaparecen, como la Alerta Isabel Claudina en Guatemala. 

“Las mujeres desaparecen por su condición de género porque, generalmente, las mujeres que se encuentran asesinadas tienen signos de violencia sexual, de tortura, de odio hacia el cuerpo de las mujeres”, explicó a esta revista Krissia Aquino, de la Alerta Raquel. Añadió que las desapariciones de mujeres también pueden estar relacionadas con venganzas de pandillas al verlas como objetos, así como por motivos de posesión o pertenencia. Consideró importante volver institucional la iniciativa, como la que tenía la Fiscalía llamada Ángel Desaparecido, para reportar desapariciones de niñez y adolescencia.  

Pero la Fiscalía dejó de reportar las fotos y los datos de las personas desaparecidas en sus cuentas institucionales a partir del nombramiento del nuevo fiscal general Rodolfo Delgado, escogido por el partido oficialista en un proceso irregular el pasado 1 de mayo y quien tiene un proceso abierto por violencia intrafamiliar, tal como reveló GatoEncerrado

El pasado 21 de mayo, Delgado argumentó que el motivo de haber dejado de divulgar dicha información fue para crear un “sistema adecuado de divulgación”, en coordinación con la Policía. Esas declaraciones las dijo en una conferencia de prensa que se realizó a pocos metros de las fosas clandestinas encontradas en la vivienda del expolicía Hugo Osorio Chávez, principal implicado en el asesinato y desaparición de mujeres y niños en Chalchuapa, Santa Ana, y donde una veintena de madres, padres e hijos han llegado para buscar a sus desaparecidos. 

Orlando despareció en 2007 mientras iba, a bordo de su bicicleta, hacia la escuela de Chalchuapa en la que estudiaba. Foto/Emerson Flores

Uno de esos padres que busca a su hijo entre los cadáveres enterrados por el asesino de Chalchuapa es Orlando Vásquez. Tiene 14 años de andar buscando a su hijo Orlando, sin nadie más que lo apoye. Desde que desapareció en Chalchuapa, el 21 de julio de 2007, ha tenido que investigar por su propia cuenta, porque las autoridades nunca le ayudaron a buscar. Hasta ahora, lo único que ha logrado comprobar es que todos estos años no ha aparecido en morgues ni hospitales.

“Yo solo he buscado por donde quiera, por todo el país. Fui a la Fiscalía, puse denuncia, lo busqué en las morgues, vi todos los cuerpos, pero nunca tuve respuesta. Cuando veo esta situación, de que hay un cementerio clandestino, uno se imagina que tal vez pueda encontrarlo ahí”, comentó Orlando, a un lado de la cinta amarilla que la Policía colocó en los alrededores de la casa de Hugo Osorio, donde enterraba a sus víctimas. 

Orlando relató que el día en que su hijo desapareció, lo vio salir de la ducha, se cambió y se fue en su bicicleta a estudiar en centro escolar Chalchuapaneco. Desde entonces no lo ha vuelto a ver y a pesar de haberlo buscado sin descanso, ni siquiera la bicicleta ha encontrado. 

En la casa de Osorio, que también era fosa clandestina, el criminalista Israel Ticas atendió a Orlando y le indicó que debía llenar una ficha con sus datos. Le aseguró que si hay noticias, alguien de la Fiscalía lo va a contactar. 

“Quizá puede estar vivo, yo no pierdo la esperanza. Pero yo le pido a Dios que, aunque ya han pasado muchos años, me deje encontrar a mi hijo porque uno mantiene el dolor en el corazón. Si lo encuentro muerto al menos sé que ahí está, es de encontrarlo como esté, pero encontrarlo. Quisiera al menos poder enterrarlo”, dijo a GatoEncerrado mientras sostenía en sus manos una vieja fotografía de su hijo, en la que se ve serio, delgado, vestido con ropa formal y con un cirio del día de primera comunión.  El joven de la foto ahora tendría 33 años.

Orlando Vásquez busca a su hijo Orlando entre los cadáveres encontrados en la fosa del asesino de Chalchuapa. Su hijo Orlando desapareció en 2007 en el mismo municipio donde Hugo Osorio enterró a sus víctimas. Foto/Emerson Flores Flores

“Si yo desapareciera, quisiera que hubiera alguien que me buscara. Eso es lo que yo quiero hacer con él (Amadeo), porque para las autoridades ya quedó en el olvido”, expresó Michelle, la tarde cuando se sentó a platicar del caso con GatoEncerrado.

Jorge aseguró que no va a claudicar en la búsqueda de su tía Flor: “Lo hacemos porque sabemos que queremos acción por parte de las autoridades, y si ellos no piensan hacer su trabajo, vamos a seguir presionando de cualquier manera”, sentenció.

*Con reportes de Carmen Valeria Escobar. Los nombres utilizados en el caso de Amadeo fueron cambiados por seguridad de los familiares.

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