Una familia en Santa Ana ha sufrido durante los últimos meses tras la muerte del bebé Nelson Jeremy, pocas horas después de su nacimiento. Aunque ya hay una denuncia ante la Fiscalía, la familia teme que no haya justicia o tan siquiera respuestas del ISSS.
Se suponía que 2021 sería la primera Navidad que celebrarían como padres, con su bebé Jeremy en brazos, cuidándolo del bullicio de la quema de pólvora y tomándose fotos con todos, ya que era el primer nieto de la familia. En cambio, la Navidad encontró a Jennifer Cardona y a Nelson Torrento vistiendo camisas que, a modo de recuerdo para contrarrestar la ausencia de Jeremy, estaban estampadas con la única fotografía que pudieron tomarle a su bebé, poco después de que les dijeran en el hospital que había fallecido.
La noticia de la muerte del bebé cayó de golpe sobre toda la familia y dejó una herida que aún no ha podido sanar. Cuando Jeremy nació a las 9:45 de la mañana del 22 de noviembre, Jennifer, aunque apenas había alcanzado a verlo, pudo respirar con un poco de alivio al oírlo pujar y llorar. Escucharlo hizo que momentáneamente valiera la pena todo el sufrimiento que pasó durante las más de 24 horas que había estado en labor de parto y la indiferencia de la doctora de turno que la estuvo chequeando. Cuando ella pudo trasladar la noticia del nacimiento de Jeremy a sus papás, toda su familia celebró.
La mamá de Jennifer llamó a su yerno, Nelson, quien estaba trabajando ya que, por disposiciones de seguridad por la pandemia, no había podido ingresar al Hospital Regional de Santa Ana del Seguro Social junto a su esposa. En ese momento él hizo una publicación en su Facebook en la que le daba la bienvenida a su hijo.
Pero a las 2:30 de la tarde todo cambió. Jennifer recuerda que una enfermera llegó a su cama.
—¿Usted es la mamá del bebé Torrento? ¿Torrento qué?— le preguntó.
—Cardona.
—Vaya, lamento decirle que su bebé falleció. El niño tragó meconio. Se le hizo todo, pero el niño no reaccionó.
El meconio se refiere a las primeras heces del bebé. En casos de sufrimiento fetal, este puede ser expulsado al líquido amniótico antes del nacimiento o durante el parto, si esto ocurre, existe el riesgo de que el bebé lo inhale en sus pulmones.
Jennifer no podía creer lo que le estaba diciendo. Comenzó a preguntar cómo era posible, si le habían hecho lavado al bebé, si habían hecho todo lo posible por salvarlo. Pidió que se lo llevara para verlo, pidió ir donde él, pero le dijeron que en ese momento no podían.
Alrededor de 15 minutos después, un grupo de enfermeras llegó, llevaban una camita con el cuerpo del niño. Jennifer lo cargó por primera vez, recuerda cómo aún estaba calientito y al apoyar su cabecita en su pecho, notó que estaba expulsando una sustancia como pupú de su nariz. La bata que ella llevaba quedó manchada.
Volvió a preguntar si realmente habían hecho un lavado completo, si le habían ayudado a su bebé por qué tenía aún heces en su nariz, pero no le pudieron dar más respuestas. En ningún momento se acercó un doctor o doctora a hablar con ella. Solo fue el personal de enfermería.
Del hospital llamaron a los padres de Jennifer, quienes le avisaron a Nelson. Cuando los tres pasaron al hospital y pudieron llegar donde estaba el cuerpo del bebé, también notaron que seguía expulsando heces de su boca y nariz. También sintieron que seguía caliente.
Jennifer seguía devastada en su cama del hospital.
“Ella estaba destrozada, en ese momento me dolió tanto el alma verla. Quería fuerzas para poder darle fuerzas. Era el primer nieto que esperábamos con todas las ansias. Ha sido bien traumático para todos nosotros”, cuenta Marina Mendoza de Cardona, madre de Jennifer.
El personal del hospital comenzó a apresurarlos. Que, si iban en ese momento a la funeraria, les podrían dar con más rapidez el cuerpo del niño. “Se apuran, porque esto se va a tardar lo que ustedes se tarden en venir”, les decían.
Marina se fue junto a su esposo, Douglas Cardona, en busca de una funeraria. Pero en el camino, comenzaron a cuestionar qué había pasado y le llamaron a Nelson, quien se había quedado con Jennifer. Al oír todo lo que ella había pasado al momento del trabajo del parto, decidieron cambiar rumbo e ir a la Policía Nacional Civil (PNC).
Todo comenzó en la madrugada del día anterior, del 21 de noviembre, cuando los dolores de Jennifer se volvieron insoportables y decidió que ya era hora de ir al hospital. Para ese entonces ya tenía las 40 semanas de embarazo. La primera doctora que la recibió y la chequeó dijo que apenas tenía dos centímetros de dilatación, pero que por los dolores que ella estaba padeciendo lo mejor era que se quedara ya en el hospital. Además, señaló que lo más probable era que Jennifer tendría el parto por cesárea, ya que el bebé era grande y su pelvis muy estrecha.
Esta noticia no era nueva para Jennifer. Durante todos los controles en la clínica Santa Bárbara del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), los distintos médicos que la chequearon le habían advertido lo mismo. Que el bebé era grande, que su pelvis era estrecha y que al ser primeriza lo más seguro era que terminaría teniendo una cesárea.
El embarazo había sido muy tranquilo. Casi no padeció malestares ni náuseas y pudo seguir estudiando y preparándose para sus exámenes de cuarto año de la carrera de Ciencias Jurídicas. Durante los últimos meses, con su pareja Nelson, habían sido testigos de lo inquieto y activo que iba a ser Jeremy. Se movía mucho, sobre todo al oír música y la voz de su papá.
Cuando la doctora de turno que la recibió en el área de espera de parto señaló, con reproche, que apenas tenía dos centímetros de dilatación y que los dolores que tenía no eran nada comparados a los que iba a tener, Jennifer intentó explicarle todo lo que le habían dicho, pero la doctora se molestó.
Desde esa madrugada hasta pasadas las 5:00 de la tarde, apenas había llegado a cuatro centímetros de dilatación. La mandaban a caminar o acostarse, le decían que a las primerizas les costaba, que era normal y que debía aguantar hasta llegar a 10 centímetros de dilatación. Pero Jennifer ya no aguantaba ni permanecer acostada, sentía que se retorcía del dolor. Una enfermera notó los dolores que estaba padeciendo y señaló que quizá era mejor que le hicieran una cesárea, pero nadie en el hospital le hizo caso.
A las 5:00 de la tarde, la otra doctora que estaba de turno se acercó a chequearla, le dijo que el niño no había bajado y seguía teniendo sólo cuatro centímetros de dilatación, pero le iba a ayudar. Comenzó a meterle la mano, el dolor que Jennifer sentía era exagerado. Como no pudo romper la membrana con su mano, la doctora usó un hisopo hasta que lo logró.
“Ahorita ya te hice dilatar hasta siete, me dijo, ya te rompí la membrana. Había dos enfermeras que insistían en que me hicieran la cesárea. En eso llegó la doctora que estaba encargada de mi caso y le informaron que me habían ayudado a dilatar más, pero había que estar pendiente. La doctora dijo que el bebé estaba bien, pero igual seguía solo con siete de dilatación. Tenés que lograr dilatar hasta 10, esos dolores son un chiste con lo que vas a sentir, me decía”, cuenta Jennifer.
Pero ella ya se sentía desesperada. Pedía que le hicieran una cesárea, que eso le habían dicho en sus controles. Jennifer notaba que a otras pacientes incluso les ponían oxitocina, o conocido por las pacientes como suero abortivo, ya que ayuda a acelerar las contracciones, pero a ella no le pusieron nada más que suero porque ya había comenzado a deshidratarse.
En todas las horas que ella pasó esperando, solo las enfermeras se mostraron preocupadas por ella y comenzaron a sugerir cada vez más que sí necesitaba una cesárea.
“En un momento vino una enfermera y dijo, yo voy a revisar a esta niña, ya vi que demasiado está sufriendo, me revisó y toda mi parte íntima estaba llena como de ligones café. Ella se llenó su mano y comenzó a decir que era meconio. Le enseñó su mano a la doctora, pero ella le dijo que no era eso. Pero esa misma enfermera fue a consultarle a otros doctores, mostrándoles a todos su mano. Esa misma enfermera fue la que dijo que me iba a llevar a cesárea, que aunque la doctora dijera que no, ella me iba a llevar”, recuerda Jennifer.
Lo que siguió fue un momento de frenesí del personal médico, según describe Jennifer. Incluso tiene los moretes y heridas que lo comprueban. Cuando al fin la llevaron a la sala de parto, un grupo de médicos apareció de la nada, comenzaron a hacerle todo tipo de exámenes, tomándole distintas muestras de sangre, hasta le hicieron el examen de Covid e incluso le cortaron, así que tiene otra pequeña cicatriz, además de la cicatriz de la cesárea.
“Todos se pusieron a trabajar en mí. Tenían una cesárea programada y sacaron a la que iban a hacerle la cesárea porque dijeron que mi vida estaba en riesgo en ese momento”.
Durante todas las horas anteriores, la doctora no le había querido creer cuando Jennifer le decía que el bebé era grande. Ella argumentaba que tendría que tener más grande el estómago, pese a que Jennifer le señalaba que en las ultras se podía ver.
Según los documentos que les entregaron, el bebé pesó 3,920 gramos (8.6 libras) y medía 52 centímetros.
“A la hora de la cesárea ella sacó la cabecita del niño. El niño ya quería salir, ya quería salir este niño, dijo ella. Yo lo escuché al niño, pujó, pero no me lo quisieron dar, ni siquiera me lo enseñaron, solo me dijeron que lo estaban limpiando con un ventilador”.
Al escuchar todo lo que le había pasado, los papás de Jennifer y su esposo respaldaron la decisión de ella de hacer una denuncia. Nelson dijo que a ellos en ningún momento les explicaron por qué había muerto, ni la hora, tampoco se acercó alguien a darles una disculpa o el pésame.
La actitud de apoyo del personal de entregarles el cuerpo lo más pronto posible cambió por completo cuando se dieron cuenta que ellos habían denunciado lo ocurrido. A los primeros agentes de la PNC que llegaron al hospital no los querían dejar entrar, fue hasta que llegó el fiscal junto a personal del Instituto de Medicinal Legal (IML) que comenzaron a ser más ágiles respecto a la documentación que debían entregar.
Aún así, los papás de Jennifer fueron testigos de varias irregularidades, como el hecho de que el conserje en ese momento fue quien tenía los documentos del niño y que al final la hoja con los plantares no la entregaron. Al momento del retiro del cuerpo, el hospital no se lo quería entregar a Medicina Legal, el fiscal que llegó tuvo que exigir fuertemente a la encargada de enfermería para que accedieran a entregarlo.
Jennifer tuvo que quedarse ingresada hasta el miércoles, el día del entierro del bebé. La directora de Enfermería llegó a pedirle disculpas.
“Yo de las enfermeras no tengo que quejarme, sino de las doctoras. Ningún doctor llegó a hablar conmigo, solo llegaban a cada ratito inyecciones y no decían ni qué era”.
El día miércoles firmaron el alta a las 8:30, pero no querían dar los plantares, decían que ya los habían dado a la Fiscalía, aunque no era así. Jennifer y su mamá tuvieron que decir que no se irían hasta recibirlos para que se los entregaran.
En el hospital Nelson y Jennifer se acercaron a una trabajadora social para contarle lo ocurrido. Ella les dijo que les podría brindar consejería y terapias hasta dentro de tres semanas.
Aunque Jennifer debía regresar al hospital para que le quitaran los puntos de la cesárea, le ha quedado un pánico al hospital y sus papás le ayudaron a ir a un médico particular. El ginecólogo se mostró sorprendido que del ISSS solo le hayan dejado acetaminofén, ya que el útero lo tenía muy inflamado, ni siquiera le habían dejado vitaminas.
Han pasado tres meses pero ni el director del hospital, ni ningún representante del ISSS ha hablado con la familia. Mientras tanto, la familia ha notado displicencia de parte del fiscal que se ha asignado al caso.
Él solo les ha dicho que está esperando más respuestas de Medicina Legal. Aunque en sus estudios preliminares, los forenses han dicho que el bebé murió por asfixia, por ingerir meconio.
“¿Pero por qué el bebé tragó eso? Fue por la mala práctica, porque no le quisieron hacer la cesárea a tiempo”, lamenta el padre de Jennifer.
A inicios de diciembre, el director del Hospital Regional de Santa Ana del ISSS, Miguel Batres, accedió a dar declaraciones a la prensa respecto al caso del bebé Nelson Jeremy.
El funcionario dijo que el caso estaba bajo reserva, porque ya estaba judicializado, por lo que no podía brindar detalles al respecto.
“Lo que sí quiero dejar claro es que la institución está haciendo su investigación interna y estamos con toda la colaboración de las instituciones para poder brindar todos los elementos que ellos requieran. Pero por el momento, no tengo la capacidad de brindar algún tipo de información”.
Respecto a si la doctora que se ha señalado más en el caso sigue trabajando, el director dijo que se estaban haciendo las inspecciones institucionales y que no podía adelantar opinión.
“Nuestro departamento de normalización y nuestro departamento técnico que es de ginecoobstetricia a nivel nacional, pues tiene también el análisis del caso, posteriormente se van a dar los lineamientos después de la investigación”.
Añadió que estaban brindando todo el apoyo necesario a la madre, así como a todas las madres que atienden.
“Todos los protocolos institucionales se cumplen, deben cumplirse, tenemos protocolizado todo el accionar médico en todas las especialidades, así como guías de tratamiento, lineamientos, todo y ninguno de ellos riñe con la ley Nacer con Cariño. Todo es armónico”, dijo el director ante la pregunta de si en el hospital tienen protocolos relacionados con la atención del parto humanizado.
Pero sobre por qué no se habrían cumplido estos, Batres dijo que no podía dar información.
“Los protocolos están establecidos, lo que puedo decir que la divulgación de los protocolos, líneas de tratamiento, son públicas, todo nuestro personal las conoce y debe de conocerlas, y continuar día a día los protocolos institucionales”.
Además, negó que de parte del hospital no se quería entregar el cuerpo del bebé a Medicina Legal, sino que se estaban siguiendo los procedimientos internos.
“Nosotros en la atención de Emergencia todos los casos tienen su importancia, principalmente el binomio, madre y niño, es parte de nuestras prioridades”, aseguró.
Sin embargo, si Jennifer y Nelson tuvieran que describir lo ocurrido lo describirían como un “parto deshumanizado”. Mientras Jennifer pedía compasión, que hicieran caso a las observaciones que habían hecho en todos sus controles, Nelson pasó llamando al número que le habían dado en el hospital para recibir información sin obtener respuesta.
Cuando la hermana de Nelson publicó en sus redes sociales la denuncia de lo que había ocurrido, pidiendo apoyo de las autoridades del ISSS, no se esperaban recibir muchos mensajes en los que les contaban de casos similares en las salas de parto. Hubo mensajes de apoyo y otros de reproche, como si Jennifer y su familia quisieran dejar en mal al gobierno.
“Nosotros necesitamos que se haga justicia, no para una ayuda económica, lo que queremos es que seamos los últimos en enfrentar este dolor que no siempre estén diciendo que es algo natural que pasó, que se mueren los niños, no es natural lo que pasó. No queremos ayuda económica, sino que ya no suceda esta”, señala Douglas Cardona, el padre de Jennifer.
A Jennifer le ha dolido recibir mensajes que dejan entrever como si ella no estaba lista para su bebé, ya que tenía 22 años en el momento del parto.
“Nosotros desde que supimos que estábamos esperando fue impactante para nosotros porque deseábamos ese niño. El niño era deseado por todo mundo. Desde que le contamos a la gente, nos comenzaron a regalar muchas cosas. Hasta gente que no es de aquí le mandaba cosas al niño”.
Pese a su luto, Jennifer ha seguido estudiando, más decidida a culminar su carrera. De hecho, decidió estudiar leyes porque quería ayudar a las personas víctimas de procesos injustos, que son detenidas de forma arbitraria.
“Yo nunca había visto injusticias en cosas así de la salud, ahora al ver esto me dieron hasta más fuerzas para seguir estudiando. Nosotros publicamos la noticia, mi cuñada publicó la noticia, han publicado que por escasos recursos la gente no denuncia. Eso me da más fuerzas para poder ayudarles a esa gente que no se queden callados, varias personas también han contado que han salido lastimados los niños, pero porque no tienen recursos no lo denuncian y esas cosas siguen pasando entonces nosotros queremos ser los últimos que les pase esto”.
Pese a sus nuevas metas, el dolor sigue latente.
Los recuerdos que le han quedado a la familia de Nelson Jeremy.
El 1 de enero de 2022, las cuentas del Seguro Social celebraban el nacimiento de los primeros bebés del año.
“Tuve la oportunidad de dar la bienvenida a este hermoso país a Mathew Navas, el primer bebé del año 2022 nacido en el Hospital 1 de Mayo; y no pude dejar de pensar que el milagro de su nacimiento es un tesoro único que llena de esperanza, amor y alegría a toda su familia”, publicó la directora del Seguro Social, Mónica Ayala.
Mientras tanto, Jennifer compartía en sus redes imágenes de apoyo para madres con angelitos en el cielo. “Todo marchaba bien hasta que me quito el corazón. Me quitó el sueño que más anhelaba”, escribió el 31 de diciembre.
Menos de un mes después, otro caso de violencia obstétrica y muerte de un bebé se compartía a través de las redes sociales de los habitantes de Santa Ana.
El 26 de enero de 2022, Paola Melgar escribió en su Facebook: “Enseñame a poder vivir sin tí.. Enséñame a vivir con este dolor… Gustavo André, amor de mi vida, siempre te voy a amar con toda mi alma mi pequeño, jamás voy a olvidarme de ti mi rey. Descansa en paz mi niño hermoso. Sos lo más bonito que mis ojos pudieron ver…”.
Mientras tanto la madre de Paola denunciaba al sistema de salud y exigía justicia para su hija y su nietecito. Etiquetaban al Ministerio de Salud, a la primera Dama, Gabriela de Bukele, y a la Ley Nacer con Cariño.
De acuerdo a la denuncia, el bebé falleció el 24 de enero en el Hospital Nacional San Juan de Dios de Santa Ana y las circunstancias eran muy similares a las del caso de Jeremy.
Paola expresó que estuvo en labor de parto por mucho tiempo, con contracciones muy fuertes, cuando al fin decidieron pasarla al quirófano para realizarle la cesárea ella “ya no daba para más” y ya no tenía ninguna contracción. Durante el proceso, ella dijo que también le “rompieron fuente”.
El 23 de febrero, Paola dijo que ya se le había hecho una autopsia y aseguró que se determinó que hubo mala praxis y mala atención.
“Con el proceso solo he recibido apoyo de la Fiscalía. El hospital aceptó el mal procedimiento y dijo que sancionará, sé que el Ministerio de Salud está al tanto, sin embargo mi mamá le ha escrito hasta correos al Ministro y no se ha recibido respuesta ni visto interés de parte de él como ministerio”, dijo a GatoEncerrado.
Un día antes, el ministro Alabí hacía un llamado en sus redes sociales al personal de salud para que se inscribiera
“Atendamos el llamado por las madres, sus bebés y sus familias”, dijo el funcionario.
Pese a la falta de respuesta del ministro Francisco Alabí, Paola expuso que estaba satisfecha con el trabajo de la Fiscalía. “Primero Dios se haga justicia”, dijo.
GatoEncerrado también envió un correo electrónico a la jefatura de comunicaciones del Ministerio de Salud y de la unidad respondieron que darían seguimiento al caso.
En cambio, en el caso de Jennifer y Nelson siguen esperando respuestas tanto de la Fiscalía como del ISSS.
El 19 de febrero, días antes de que se cumplieran tres meses de la pérdida de Jeremy, la directora del ISSS, Mónica Ayala, hizo un tuit en referencia a la implementación de la ley Nacer con Cariño.
Ahora en la nueva casa de Jennifer y Nelson hay un área con todos los regalos, ropa y juguetes que habían recibido. Un amigo de su colonia también les regaló dos perritos, Max y Laky, para que crecieran junto a Jeremy y fueran compañeros de juegos.
Ellos están seguros de que si la doctora hubiera escuchado a Jennifer o a las enfermeras cuando decían que lo mejor era que le hicieran la cesárea, tendrían a Jeremy en casa y todos estarían felices.
“Nosotros no queremos dinero, queremos justicia, poner en claro y evidencia lo que pasa. Queremos que nuestra noticia se haga pública, para que llegue a las personas que tiene que llegar, tenemos fe que si llega al oído del presidente él nos va a escuchar y va a actuar, eso es lo que nosotros quisiéramos”, pide Nelson.
Este trabajo fue realizado en colaboración por la revista GatoEncerrado y El Diario de Hoy con el apoyo de la International Women’s Media Foundation (IWMF).