Stanley Mauricio Chicas Rivera, un tatuador de 33 años de edad, fue capturado por fuerzas de seguridad el 4 de junio de este año en el municipio de Apopa, en San Salvador, donde había sido contratado para realizar un tatuaje a domicilio.
Según denunció la familia a GatoEncerrado, fue detenido y acusado por el delito de agrupaciones ilícitas a partir de una llamada anónima, a pesar de que no hubiera investigaciones en su contra, ni tuviera antecedentes. Un patrón que se ha repetido durante distintos arrestos en el régimen de excepción.
“La oficial que nos atendió en la sede policial de Apopa dijo que mi hermano tiene una ‘fábrica de tatuajes’ y que eso es de vagos, que no es una buena profesión (…) pero el hecho de tener tatuajes no significa que seas un delincuente”, denunció la hermana de Stanley, quien pidió no revelar su nombre por seguridad.
El abogado penalista Otto Flores explicó a GatoEncerrado que “tener tatuajes no es justificación suficiente para detener a una persona por agrupaciones ilícitas”, debido a que, para que se configure el delito, debe comprobarse la participación del acusado en actividades delictivas.
Esa tarde, Stanley pretendía trabajar para llevar ingresos económicos a su hogar, debido a que tiene a su cargo a su padre, un adulto mayor de 62 años, quien fue hospitalizado recientemente “por diagnóstico de Accidente Cerebro vascular isquémico con neurología”, de acuerdo al resumen clínico del 16 de diciembre de 2021, emitido por el Hospital Nacional Zacamil, al cual tuvo acceso GatoEncerrado. A partir de entonces, su padre se encuentra en fisioterapias para poder recobrar la movilidad de su cuerpo. Debido a falta de espacio, salió de dicho centro médico el 20 de septiembre de 2021.
Stanley también cuida de su hermana, quien padece autismo, lo cual no le permite trabajar a tiempo completo debido a la medicación a la que debe someterse y que la mantiene dormida durante gran parte del día. En esta etapa del tratamiento, su hermana ha necesitado atención constante debido a “taquicardia, insomnio y estrés agudo”, tal como está registrado en una evaluación psicológica del 15 de noviembre de 2021 y constancias de consultas en el Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS).
Víctima de pandillas y del Estado
Stanley es tatuador desde hace 7 años. Empezó su carrera como artista porque le gustaba dibujar. Anteriormente, trabajó en una empresa como diseñador y luego aprendió a utilizar las máquinas para tatuar viendo videos de tutoriales en YouTube. Desde niño usaba su creatividad y capacidad de autoaprendizaje para sobresalir, pese a las limitaciones económicas de su familia. A partir de entonces, logró clientes y fue el propietario de tres estudios o locales de tatuajes en Apopa. Sin embargo, las pandillas de la zona lo extorsionaron, lo golpearon y amenazaron con atentar contra su vida debido a su negativa a colaborar económicamente.
Ante estas amenazas, Stanley decidió mudarse con su familia antes de que se ordenara el régimen de excepción en el país. Desde hace varios meses, Stanley se dedicaba a ser el cuidador principal tanto de su padre como de su hermana. Él era el único que tenía la fuerza suficiente para poder ayudar a su padre a realizar las fisioterapias que necesita.
Su hermana sospechó que su detención arbitraria se dio por una denuncia anónima, debido a que en una ocasión anterior una denuncia hizo que lo revisaran por estar cubierto de tatuajes artísticos, pero no encontraron pruebas en su contra.
Stanley fue trasladado desde la delegación policial de Apopa hasta el Centro Penal de Izalco. La familia ha intentado obtener respuestas en relación al estado de salud de Stanley, sin embargo, no ha sido posible. Su hermana ha consultado en el centro penitenciario y también en números telefónicos correspondientes, pero no obtiene información.
De parte de la Procuraduría General de la República (PGR) tampoco recibieron la ayuda necesaria para agilizar la búsqueda de los documentos que necesitaban para respaldar la inocencia de Stanley. Aunque actualmente han logrado obtener documentos, como la constancia de la Dirección de Centros Penales que certificó que Stanley no tenía antecedentes no han logrado obtener respuestas favorables. De hecho, la falta de respuestas es una sombra que se mantiene sobre la familia. Más allá de saber que Stanley está recluido en Izalco, no saben más sobre su estado de salud tanto física y mental.
Su hermana ha admitido en ocasiones que no sabe qué hacer ante la falta de respuestas. El impacto de la ausencia de Stanley ha sido grave para toda la familia, incluyendo en la salud mental de ella, quien ha perdido uno de sus principales bastiones.
La familia también ha lamentado que Stanley haya sido estigmatizado por sus tatuajes y por su trabajo como tatuador artístico. Pese a que distintos funcionarios del actual gobierno tienen tatuajes y los pueden mostrar sin temor, como el actual secretario de prensa, Ernesto Sanabria, el director de Tejido Social, Carlos Marroquín y el excomisionado presidencial de Proyectos de Juventud, Salvador Alas, entre otros.