Feminista, escritora egresada de la Licenciatura en Periodismo de la Universidad de El Salvador y productora/directora audiovisual.
Exigimos un sistema de salud público que garantice la salud física y mental de las mujeres, asimismo un protocolo y un personal médico que acompañe de forma ética y humana a todas las mujeres víctimas de cualquier tipo de violencia.
Por Sofía Guzmán*
Entre enero de al 17 de mayo de 2022 hubo 102 casos de violencia sexual en niñas y mujeres salvadoreñas, según el Observatorio de Violencia Contra la Mujer de la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA).
Mientras los índices de abuso sexual siguen en incremento, el Estado salvadoreño cuenta con un sistema de salud público que, en lugar de proteger la vida, salud física, emocional y psicológica de las niñas/mujeres que sufren violaciones sexuales, las revictimiza y sigue sin ejecutar un plan que resguarde los aspectos antes mencionados para ellas y sus familias.
Esta es la experiencia de Azucena que se armó de fortaleza al denunciar su agresión sexual, pero no recibió ninguna respuesta alentadora por parte del sistema de salud publica salvadoreño y menos del sistema judicial.
Azucena* (23 años), luego de meses de haberlo pensado, se llenó de valor y se dispuso a denunciar su agresión sexual en la Fiscalía General de la República (FGR). Llegó después del almuerzo, aproximadamente a la 1:00 p.m., agarró un número para que la atendieran y se sentó a esperar que la llamaran.
Su turno por fin llegó, tomó sus cosas y se dispuso a buscar el número de escritorio que le asignaron, finalmente lo encontró, se sentó, le tocó con una mujer de aproximadamente 35 años quien le preguntó: “¿A qué viene?”.
Y Azucena con una voz un poco temerosa respondió: “a poner una denuncia por violación sexual”.
A lo que la asignada al caso, procedió a tomar sus datos y finalmente le dijo: “Cuénteme lo ocurrido”.
Azucena empezó a relatar lo sucedido, la encargada casi con una disposición fría, sin verla a los ojos, sólo escuchaba el relato y lo digitaba en su computadora. La asignada le entregó un acta en la que detallaba todo el relato, le dijo que lo leyera para ver si toda la información estaba en orden, lo estaban, Azucena lo firma y la asignada le entregó una copia del acta más una referencia para el Instituto de Medicina Legal “Dr. Roberto Masferrer” para que le realizaran algunos exámenes.
Eran casi las 4:30 p.m. y Azucena, acompañada por su pareja, se dirigió hacia Medicina Legal. Debido al tráfico llegaron alrededor de las 5:15 p.m., en la entrada.
Dos hombres le pidieron que anotara su número de DUI, mientras lo está haciendo, uno de los hombres, le preguntó: “¿Y usted es de aquí?”.
A lo que Azucena, respondió: “Sí”.
Él enseguida le dijo: “Es qué usted está bien bonita”.
Azucena se apresuró en terminar de escribir y le preguntó, “Disculpe, ¿usted sabe dónde tengo que ir?”.
“Ah sí, es por ahí recto”, Azucena escuchó la indicación en la distancia y apresuró su paso. Su estómago empezó a revolverse.
Llegó al establecimiento, entregó su referencia y le respondieron: “Ah sí, espere, ya la vamos a llamar”.
La espera empezó, estuvo casi una hora ahí sentada, hasta que finalmente la llamaron, pasó con una ginecóloga, la cual le indicó que tenía que quitarse la ropa y le entregó una bata. Cuando Azucena regresó, empezó a relatar el por qué estaba ahí, la doctora la interrumpió y le dijo: “Estos documentos que me han traído no son los de su caso, está gente aquí siempre se confunde, espéreme, los voy a ir a traer yo”.
Al regresar, la doctora volvió a sentarse frente a su computadora nuevamente y le pidió que ahora sí, le contará por qué estaba ahí, mientras Azucena, relataba de nuevo la historia de su proceso de violación, la doctora, seguía escribiendo frente a su computadora, sin ningún grado de empatía. Cuando Azucena terminó, la doctora le pidió que se acostara en la silla con las piernas abiertas para revisarla.
Mientras tanto, la doctora le preguntó: “¿Por qué tardaste tantos días en denunciar? Como ya pasaron tantos días, ni siquiera hay rastros de nada en tu vagina”.
A lo que Azucena contestó: “¡Tenía miedo!”.
Después, la doctora le pidió a la enfermera que llegara al consultorio para que le sacara sangre a Azucena. Le intentaron sacar primero por el brazo izquierdo, sin ningún éxito y llenando de sangre el suelo, probaron en el brazo derecho, ahí sí lograron extraer la sangre que requerían.
La enfermera, entre sonrisas y viéndola llena de sangre, le dijo: “No te preocupes, esto es normal”. Le colocó un algodón, tomó la muestra y se retiró de la habitación.
“¿Tenés Seguro Social?”, le preguntó la doctora y Azucena respondió: “No”.
Entonces le entregó a Azucena una referencia para el Hospital Nacional de la Mujer “Dra. María Isabel Rodríguez” en la que llevaba escrito “Protocolo ABS” (nombre utilizado para el protocolo de actuación para el abordaje de Abuso Sexual). También le entregó una referencia para agendar cita con el psicólogo, la doctora le indicó a Azucena que se debía de ir de inmediato al hospital para seguir el protocolo. Al salir, en “Información” solicitó una cita para el psicólogo, pero como no había nadie para que le indicara, se sentó a esperar mientras alguien llegaba. A los 45 minutos apareció un hombre a pedirle la referencia, posteriormente le entregó la fecha de su cita programada casi para cinco meses después de ese día.
Eran alrededor de las 9:00 p.m., Azucena, enfrente del portón del Hospital Nacional de la Mujer “Dra. María Isabel Rodríguez”, le entrega al vigilante la referencia con “Protocolo ABS”, él la deja entrar y le muestra hacia dónde tiene que ir.
En la recepción entrega su referencia a una enfermera, la enfermera la lee y le pregunta: “¿Por qué viene tan tarde?”.
Azucena con voz temerosa responde que la mandaron de emergencia para ahí y que acababa de salir de Medicina Legal, a lo que la enfermera le pregunta: “¿Y qué es Protocolo ABS?”. Nuevamente, Azucena responde ahora con voz más baja: “abuso sexual”. La enfermera casi sin escucharle le pregunta nuevamente, cuando otra enfermera casi gritando, le responde: “abuso sexual”.
“Aaah, siéntese, ya la van a llamar”, le dijo la enfermera.
Después de casi media hora de estar sentada, Azucena es llamada al último consultorio de la fila, una doctora entra y le dice que la espere pues sólo ella está de turno y tiene que hacer su ronda nocturna. Casi 40 minutos después la doctora aparece y con el expediente de Azucena abierto en la computadora (facilitado por la doctora de Medicina Legal), le dice: Cuénteme la historia de lo que pasó. En esta ocasión Azucena, cansada de repetir una y otra vez, con lágrimas en los ojos le pide que por favor lo lea en la computadora. La doctora accede y dice: “te vas a tener que quedar ingresada porque es necesario que te hagamos unos exámenes de control” y le entrega una referencia para entregar en recepción.
Azucena entregó la referencia que nuevamente llevaba escrito: “Protocolo ABS”, la enfermera le facilitó una bata.
Azucena regresó a recepción y la enfermera le dijo: “Como aún estamos en coronavirus, vas a tener que entregar todas tus cosas a un familiar, ¿tenés a quién llamar?”.
A lo que Azucena contestó: “Sí, está esperando afuera”.
“Entonces, sentate a esperar”, le dijeron.
Casi 35 minutos después, Azucena se encontró con la doctora y le explicó que las enfermeras aún no habían dejado entrar a su pareja y que estaba afuera hacía más de dos horas, la doctora le preguntó por el nombre y les dijo a los guardias de seguridad que dejaran pasar a esa persona. Cuando finalmente llegó, Azucena lo abrazó y le dijo que tenía que entregarle todas sus cosas, las enfermeras molestas le dijeron que inclusive debía entregarle su celular porque hasta ese momento todavía se encontraban bajo protocolo Covid-19.
Azucena se preocupó y con miedo preguntó: ¿Si le doy mi celular cómo me voy a contactar con mi familia?
A lo que las enfermeras respondieron: “Ah sí, puede llamar a ese número que está en la pared, decir el nombre de la paciente y le informaremos sobre su situación clínica”.
Casi a las 10:00 p.m., Azucena es asignada a una cama, mientras dormía, recuerda escuchar mientras los médicos y enfermeras murmuraban que estaba ahí por abuso sexual. A las 3:00 a.m., es despertada por un enfermero para moverla al área que la habían asignado, en silla de ruedas es llevada a su nueva cama, donde le explican que el día siguiente a primera hora empezarán con los exámenes y chequeos de “Protocolo ABS”. A las 9: 00 a.m. Azucena despertó y ve a su alrededor otras camas con otras mujeres, también alcanza a ver cómo un grupo de estudiantes y un doctor rodeaban la cama de su compañera al lado derecho. Enseguida, terminan con la mujer de la par y se dirigen hacia su cama, sobre su mesa, vió su desayuno y un expediente que tenía escrito su nombre.
Simultáneamente, el médico a cargo, toma el expediente y dice: “Protocolo ABS, ¿Alguien sabe que significa?
“Sí, doctor, Protocolo Abuso Sexual” contesta una estudiante.
“Bueno, más les vale” dice el doctor, mirando a lxs estudiantes, enseguida baja la mirada y le preguntó a Azucena: “¿Por qué tardaste tanto tiempo en denunciar?”
Azucena de inmediato sintió todas las miradas de las personas que estaban en esa habitación sobre ella.
Lxs estudiantes y el doctor se fueron sin explicarle la forma en la que iban a proceder con ella o siquiera el porqué de su ingreso. A la 1:00 p.m., le dijeron que estaban esperando al psiquiatra para que pudiera pasar consulta con ella y a la 1:45 p.m., le informaron que se iba a quedar hasta el día siguiente porque la psiquiatra no iba a llegar ese día. Nadie le decía nada, de repente, pidió prestado un celular a la compañera de al lado y llamó a su mamá.
La mamá respondió rápidamente, Azucena dijo que era ella y la mamá en tono aliviado le dijo: “Hija, he estado intentado llamar todo el día al número que me dieron y nadie lo contesta”.
Enseguida, Azucena le cuenta que le dijeron que la van a dejar otro día más y la mamá preocupada le dijo que exigiera el alta y que ella la iba a ir a traer.
Faltaban 30 minutos para las 3:00 p.m., cuando Azucena exigió el alta. Las enfermeras, molestas porque ya casi era hora de salida, empezaron a hacer el papeleo de sus referencias y recetas médicas que le indicarían los medicamentos que se iba a llevar a su casa. Después de un rato, la mamá de Azucena apareció con una bolsa que contenía su ropa. Azucena la abrazó y se fue a cambiar.
Después de terminar todas las vueltas de citas con psicólogo y ginecológicas que le habían indicado, casi a las 4:00 p.m., finalmente Azucena y su mamá se retiraron del Hospital Nacional de la Mujer “Dra. María Isabel Rodríguez”.
Al llegar a casa, Azucena se sentó en la sala, vio sus brazos llenos de moretes por la gran cantidad de muestras de sangre que le habían sacado, sacó sus referencias para ver la fecha de la cita que le habían indicaron y se dio cuenta que tenía la primera con el psicólogo en 5 meses. Además del miedo que ya tenía por denunciar, ahora Azucena debido a su experiencia de trato revictimizante por parte del sistema de salud público salvadoreño decidió no darle seguimiento a su caso.
En el marco del 25 de Noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la mujer, exigimos un sistema de salud público que garantice la salud física y mental de las mujeres, asimismo un protocolo y un personal médico que acompañe de forma ética y humana a todas las mujeres víctimas de cualquier tipo de violencia. También denunciamos el trato violento y revictimizante por el que se nos somete a las mujeres cuando somos violentadas sexualmente. Es por ello que demandamos al gobierno de Nayib Bukele protocolos de seguimiento médico que resguarden a todas las mujeres que se atreven a denunciar.
*Nota: Azucena, es el nombre que se utiliza para salvaguardar la identidad de la mujer que atravesó esta experiencia.
Feminista, escritora egresada de la Licenciatura en Periodismo de la Universidad de El Salvador y productora/directora audiovisual.