Representantes de pueblos indígenas y miembros de iglesias evangélicas se unieron, este 17 de octubre, a las multitudinarias marchas que inundan la Alameda Juan Pablo II, en San Salvador, para protestar en contra de las acciones antidemocráticas del gobierno del presidente Nayib Bukele. Estos sectores marcharon, según explicaron a GatoEncerrado, para exigir la protección de los bienes comunes y naturales, una ley de agua que priorice las necesidades de los salvadoreños por encima de los intereses comerciales de empresas y que en El Salvador se respeten los derechos humanos.
Los pueblos indígenas, además de demostrar que cada vez hay más sectores que desaprueban las decisiones del gobierno de Bukele, lograron unificarse y articularse para marchar. Históricamente, por diversas razones que tienen su raíz en la matanza de 1932, los pueblos indígenas estaban fragmentados.
Para Alejandro Labrador, técnico territorial de la Unidad Ecológica Salvadoreña (Unes), esta articulación de los movimientos indígenas es parte de un proceso y lo que se observó en la marcha es fruto del contexto histórico. “El hecho de que ellos estén presentes en una marcha como esta no es casual. Ellos ven el proceso, ven todo lo que está pasando en el país, ven la cultura y reconocen la oportunidad para actuar. Ha sido una expresión genuina de parte de ellos decir ‘vamos a marchar’. Eso es muestra de la situación en la que estamos. La dimensión del problema que enfrentamos exige también niveles de coordinación superiores”.