
La actual Asamblea Legislativa, dominada por el partido de Nayib Bukele, ha tenido la oportunidad de aprobar sin obstáculos y por ser mayoría una ley de justicia transicional para las víctimas del conflicto armado. Pero, como las anteriores legislaturas, ha abandonado a las víctimas y ha dejado que los victimarios gocen de la impunidad. La última vez que la Comisión Legislativa de Justicia y Derechos Humanos agendó el tema fue hace casi dos años y luego, sin explicaciones, simplemente abandonó el estudio de la ley. En el asunto, Bukele se ha mostrado camaleónico: Inicialmente se indignó por lo que hicieron las legislaturas anteriores y luego guardó silencio cuando su Asamblea tuvo la oportunidad de garantizar justicia para las víctimas.
Edición: Ezequiel Barrera
El 26 de febrero de 2020, la anterior Asamblea Legislativa aprobó la Ley Especial de Justicia Transicional, Reparación y Reconciliación Nacional. Dos días después, el presidente Nayib Bukele anunció que la había vetado bajo el argumento de que era “inconstitucional” y la calificó de ser “igual de asquerosa” que la Ley de Amnistía que garantizaba impunidad a quienes cometieron delitos de lesa humanidad y graves violaciones a los derechos humanos durante el conflicto armado (1980-1992).
En este asunto, Bukele se ha mostrado camaleónico. Al inicio de su mandato, abrió las puertas de Casa Presidencial a los representantes de las víctimas del caso El Mozote, prometiéndoles “la reparación que tanto pidieron”. Luego, con indignación, vetó la ley de reconciliación que aprobó la legislatura anterior, por considerar que encubría a los criminales de guerra; y se comprometió a presionar a la siguiente legislatura para aprobar una verdadera ley de justicia transicional. Sin embargo, cuando su partido Nuevas Ideas arrasó en las elecciones legislativas de 2021, su postura cambió de inmediato. Guardó silencio y no exigió nada a sus diputados oficialistas, quienes fácilmente podrían haber aprobado una ley de este tipo por ser mayoría.
Luego de que el oficialismo asumió el control de la Asamblea, la diputada Rebeca Santos se convirtió en la presidenta de la Comisión de Justicia y Derechos Humanos, donde la ley de justicia transicional debería ser estudiada. Sin embargo, el tema ni siquiera llega a la agenda. Es más, la presidenta tampoco convoca a reuniones con regularidad; este año solamente convocó a nueve. En ninguna de esas convocatorias incluyó el tema en la agenda. De hecho, la comisión abandonó el estudio de la ley de justicia transicional desde febrero del 2022.
Ese abandono del tema también significa desacato (desobediencia) a la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), que en 2016 declaró que la Ley de Amnistía, aprobada en 1993, era inconstitucional y ordenó que la Asamblea Legislativa enmendara su error y aprobara una ley de justicia transicional. Luego de prórrogas concedidas por la Sala, la Asamblea anterior logró un acuerdo para aprobar la ley que fue vetada por Bukele en 2020. Después del veto, el estudio de una ley de justicia transicional fue retomado brevemente por la actual legislatura, pero inmediatamente abandonado en febrero de 2022, sin explicaciones.
Benjamín Cuéllar, defensor de derechos humanos y fundador de la organización Vidas Demandantes (VIDAS), señaló que una posible explicación al silencio y al retraso de la ley de justicia transicional es que la prioridad de Bukele son sus propios intereses y no procurar “justicia y verdad” a las víctimas del conflicto armado.
“El presidente tiene dos asuntos que le interesan: uno es estar bien con los grandes capitales; y dos, estar bien con la Fuerza Armada como institución”, aseguró Cuéllar a GatoEncerrado.
De acuerdo con Cuéllar, que Bukele busque congraciarse con estos sectores no es una coincidencia, sino estratégico: “Bukele quiere quedar bien con la Fuerza Armada porque es la que le va a servir para enfrentar la protesta social que va a venir tarde o temprano, por eso la está armando hasta los dientes y la está haciendo crecer; y quiere seguir estando bien con los grandes capitales de este país, es decir, los grande oligarcas, las familias que dominan este país y muchos de ellos fueron quienes financiaron lo ocurrido durante la guerra”, afirmó.
Una de las primeras decisiones que tomaron las comisiones de la actual legislatura, incluyendo la Comisión de Justicia y Derechos Humanos, fue la de enviar al archivo todos los expedientes en estudio e iniciativas de ley que heredaron de la legislatura anterior. Los diputados del oficialismo querían iniciar de cero y por eso hicieron un barrido de todo lo que les quedó en la mesa, bajo excusa de que todo lo anterior estaba mal hecho o representaba la visión de los partidos corruptos que dominaban el poder legislativo. Entre los proyectos de ley y expedientes que desecharon estaban algunas propuestas que organizaciones y representantes de víctimas del conflicto armado habían presentado para la discusión de una ley de justicia transicional.
Para las organizaciones, la decisión de archivar sin discriminación las propuestas de ley fue un irrespeto al trabajo que habían hecho anteriormente. Sin embargo, prepararon una nueva propuesta y el 21 de octubre de 2021 la entregaron a la diputada del partido Vamos, Claudia Ortiz, para que le diera iniciativa de ley como integrante de la Comisión de Justicia y Derechos Humanos.
“Lo que pide esta gente es justo, son víctimas de violaciones a sus derechos y no fueron necesariamente combatientes”, señaló la diputada Ortiz en octubre de 2021.
Irene Gómez, de Cristosal, explicó en ese entonces que el proyecto de ley que presentaron en acompañamiento a los representantes de las víctimas fue el resultado de asambleas generales con los afectados, “por lo que contiene los cuatro elementos a favor de las víctimas” que exige el fallo de la Sala de lo Constitucional emitido en 2016, los cuales son el fondo de reparaciones, el registro de víctimas, el sistema de organizaciones que debe trabajarse y juicios de la verdad con estándares internacionales.
Este es el proyecto de ley que las organizaciones presentaron ante la actual Asamblea Legislativa.
Esa no fue la única iniciativa de ley de justicia transicional que recibieron los diputados de la actual legislatura. El 14 de febrero de 2022, el exprocurador para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH), Apolonio Tobar, presentó una propuesta de ley llamada “Ley de Justicia Transicional”. Según explicó el exfuncionario, ese proyecto de ley fue diseñado tras una consulta, realizada por la PDDH en 2020, que recogió el “sentir y pensar” de las familias y las víctimas del conflicto armado. Algunas organizaciones, sin embargo, dijeron desconocer esa propuesta y que nunca fueron consultados.
Una semana después, el 21 de febrero de 2022, la comisión agendó por última vez el estudio de la ley de justicia transicional. En esa fecha recibieron a representantes de la Asociación de Derechos Humanos “Tutela Legal Dra. María Julia Hernández”; a Adriana Mira, viceministra de Relaciones Exteriores; y a Eduardo García, director de la Asociación Pro-Búsqueda, quien presentó aportes para la formulación de la ley. Esa reunión tuvo el mismo propósito que las anteriores que están relacionadas con el tema: se agendaron para recibir a funcionarios y a representantes de las víctimas.
En resumen, las únicas veces cuando el tema se agendó en la comisión fue para recibir una serie de funcionarios y a representantes de víctimas. Nunca se hizo un estudio exhaustivo de las propuestas e insumos que recibieron para enmendar lo que la legislatura anterior había hecho. Luego, el tema simplemente fue abandonado. Así, sin explicaciones.
Dos semanas después de la última reunión en la que se agendó el tema, la presidenta de la comisión, Rebeca Santos, aseguró en su cuenta de X que no descansaría hasta aprobar la ley de justicia transicional.
Unos meses después del abandono del tema, el 7 de octubre de 2022, la diputada Ortiz expresó ante los medios de comunicación que la Asamblea estaba haciendo una “dilación”: “Esas promesas de que vamos a entrarle al tema de las víctimas y de que vamos a trabajar por la justicia está cayendo en saco roto”, criticó.
Para Benjamín Cuéllar, lo que hizo la Comisión de Justicia y Derechos Humanos fue un “espectáculo” y nunca procuró aprobar una ley que lograra satisfacer las necesidades de las víctimas. Muestra de eso, según Cuéllar, es que antes de escuchar a las víctimas y a sus representantes, la comisión decidió escuchar a los exmiembros de la guerrilla devenidos en aduladores del bukelismo, Dagoberto Gutiérrez y Giovanni Galeas.
Tras meses de silencio y abandono del tema, el 20 de marzo de 2023, la Mesa contra la Impunidad en El Salvador (MECIES) y la Comisión de Trabajo en Derechos Humanos Pro-Memoria Histórica, presentaron una carta ante la Asamblea Legislativa dirigida a la diputada Rebeca Santos, recordando que la ley de justicia transicional está pendiente y pidieron que considere la propuesta que llevaron el pasado 7 de octubre de 2021. Además, solicitaron ser recibidos en el seno de la comisión para ampliar su propuesta, pero esa instancia sigue sin llamarlos.
Carta de las organizaciones, del 20 de marzo de 2023
GatoEncerrado pidió a la diputada Santos, a través de su equipo de comunicaciones, una explicación de por qué el tema fue abandonado sin explicaciones y por qué no ha seguido la “hoja de ruta” que se propuso a sí misma para aprobar la ley, pero hasta el cierre de esta nota tampoco hubo respuesta.
En septiembre de 2021, Santos explicó en la comisión que seguiría seis fases para lograr la aprobación de la ley y que las mismas serían su hoja de ruta: el estudio de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos humanos (Corte IDH) y el estudio del veto presidencial, la creación de una mesa interinstitucional, la estructuración de la ley, para luego terminar con la discusión y emisión del dictamen de la iniciativa para pasarla a aprobación del pleno.
La sentencia de la Corte IDH a la que Santos se refería es la que emitió el 28 de mayo de 2019 para que la Asamblea suspendiera el trámite de la “Ley Especial de Justicia Transicional y Restaurativa para la Reconciliación Nacional”; sin embargo, la Asamblea anterior hizo caso omiso y en contra de esa sentencia aprobó la ley de reconciliación el 26 de febrero de 2020. Esa ley es la que Bukele vetó.
David Morales, jefe jurídico de Justicia Transicional de Cristosal, explicó el 25 de mayo de este año, en una actividad de recopilación de testimonios de las víctimas de la guerra para conservar la “Memoria Histórica”, que en El Salvador han predominado “políticas de Estado” desde el gobierno actual y los anteriores, en donde se ha impulsado el olvido y el negacionismo de violaciones a derechos humanos, y sobre todo se ha procurado “la construcción de un sistema de impunidad que no permite el reconocimiento pleno estatal de los hechos ni la reparación a las víctimas”.
Los miembros de la Comisión de Trabajo en Derechos Humanos Pro Memoria Histórica de El Salvador denunciaron, incluso, que el Gobierno de Bukele plantea mecanismos y acciones que llevan a El Salvador al pasado “nefasto y oscuro” del conflicto armado; por ejemplo, el régimen de excepción, cuya vigencia es prorrogada mes a mes por los diputados oficialistas y sus aliados, desde que entró en vigor el 27 de marzo de 2022.
Para los miembros de la Comisión de Trabajo en Derechos Humanos Pro Memoria Histórica, el gobierno continúa negando el derecho a la verdad y justicia a las víctimas del conflicto armado, contradiciendo su mismo discurso cuando Bukele estaba en campaña electoral para ganar la presidencia.
“El presidente, en su campaña, dijo que esto era uno de los puntos centrales y hasta ahora lo ha negado descaradamente. Casos concretos de eso es negarse a abrir los expedientes de la Fuerza Armada. Lo más delicado es la persecución de los líderes sociales, la persecución de los periodistas, eso no es una característica de un régimen democrático, sino propias de un régimen autoritario”, señaló Vicente Cuchillas, integrante de la Comisión de Trabajo en Derechos Humanos Pro-Memoria Histórica.
Ante el retraso sin explicaciones para el estudio y aprobación de la ley, la diputada Ortiz ha señalado que algunas víctimas ya fallecieron esperando justicia y también algunos victimarios murieron en la impunidad.
“Lo que ha habido es un escandaloso silencio, promesas incumplidas, excusas y es evidente que la Comisión de Justicia y Derechos Humanos o no quiere hacer el trabajo o no le dan permiso, porque se comprometieron públicamente con las víctimas; las víctimas están falleciendo, están fallecido sin encontrar justicia y los victimarios también están falleciendo sin enfrentar la justicia; por lo tanto, tal parece que seguimos en la misma situación que existía en el pasado: perpetuar la impunidad, de proteger los intereses espurios que propiciaron esos actos de graves violaciones a los derechos humanos y lo que está sucediendo en el largo plazo es que la impunidad en nuestro país se está haciendo aún más sistemática, aún más estructural y no se quiere abordar el tema de una forma directa”, alegó Ortiz.
La diputada también ha criticado que la actual legislatura, dominada por el oficialismo, está comportándose como las anteriores Asambleas que dejaron como legado la impunidad de los criminales de guerra.
Sin importar el partido, todas las Asambleas le han fallado a las víctimas de la masacre de El Mozote y a las víctimas del conflicto armado. Los que sufrieron los horrores de la guerra merecen justicia. Merecen una Asamblea que esté con ellos.
— Claudia Ortiz (@ClaudiaOrtizSV) December 11, 2023
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El defensor Benjamín Cuéllar agregó que ante el abandono del tema y el desprecio hacia las víctimas de parte del oficialismo, las organizaciones van a esperar los resultados de las elecciones de 2024 para observar cómo queda conformada la siguiente legislatura y decidir si existe la factibilidad de diseñar una nueva estrategia que responda a las víctimas del conflicto armado.
Un breve recorrido por la impunidad en la historia reciente de El Salvador y las heridas que nunca sanaron.
































Cuando la anterior Asamblea Legislativa aprobó la ley de reconciliación, con los votos de los partidos de derecha Arena, PCN y PDC, las organizaciones y representantes de las víctimas aseguraron que era “una nueva amnistía” y que se estaba “blindando” a los criminales de guerra.
Ante la aprobación de esa ley, Eduardo García, de la Asociación Pro-Búsqueda, dijo en ese entonces a GatoEncerrado que la Asamblea se había prestado para “negar la justicia, principios constitucionales, garantías a las víctimas, y se había esforzado en permutar penas y en zafar de la condena a los victimarios de graves atrocidades”.
Bukele, por su lado, argumentó que vetó esa ley de reconciliación porque no contenía medidas de resarcimiento y no tomó en cuenta a las familias de las víctimas, por lo que tampoco dio cumplimiento al mandato de la anterior Sala de lo Constitucional de diseñar una nueva Ley de Justicia Transicional para sustituir la Ley de Amnistía General para la Consolidación de la Paz, que estaba en vigor desde 1993.
La Ley de Amnistía de 1993 prohibía investigar crímenes y violaciones a los derechos humanos cometidos por el Ejército y la exguerrilla del FMLN. Por esa razón, la Sala de lo Constitucional explicó en su fallo de 2016 que los crímenes de lesa humanidad no prescriben y que es necesario tener una ley de justicia transicional para conseguir una reparación integral de las víctimas.
“La amnistía es contraria al derecho de acceso a la justicia, a la tutela judicial o protección de los derechos fundamentales y al derecho a la reparación integral de las víctimas de los crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra constitutivos de graves violaciones al Derecho Internacional Humanitario”, afirmó la Sala de ese entonces.
Dos años después del fallo, la anterior Asamblea Legislativa formó en junio de 2018 una comisión especial para estudiar una propuesta impulsada inicialmente por los partidos Arena, PDC, PCN y el FMLN, aunque éste último no votó a favor ni se abstuvo de votar por el documento final que se convirtió en ley. Simplemente se ausentó de la votación.
Dos días antes de que los diputados de los partidos de derecha avalaran la “Ley Especial de Justicia Transicional, Reparación y Reconciliación Nacional”, las organizaciones como la Mesa contra la Impunidad en El Salvador, el Grupo Gestor por una Ley de Reparaciones y la Comisión de Trabajo Pro-Memoria Histórica, emitieron un comunicado de rechazo a la nueva “Ley de Reconciliación” que estaba por aprobarse.
“Ha sido claro que el objetivo fundamental de los diputados en todo este proceso ha sido, sobre todo, formular una Ley de Impunidad: que los responsables de crímenes de guerra no tengan penas de prisión y que no se vean afectados en su patrimonio”, expresaron en su comunicado.
Representantes de las organizaciones señalaron que la ley buscaba garantizar que cualquier victimario condenado por las atrocidades de la guerra evadiera la pena de prisión, que no se viera afectado en su patrimonio bajo concepto de responsabilidad civil y que su pena se redujera a mínimos inaceptables para la justicia ante crímenes de lesa humanidad.
Según la ley aprobada en 2020 por la Asamblea, quienes confesaran sus crímenes de guerra, pidieran perdón y colaboraran con la justicia, podrían tener acceso a una reducción de la pena de cárcel. Además, la prisión podría ser menor o conmutada por los jueces en razón de “salud, edad o similares” del victimario.
Las víctimas y representantes de organizaciones de derechos humanos indicaron que esa ley aprobada en 2020 era ofensiva porque había nacido en una comisión ad hoc, integrada por diputados vinculados a los crímenes cometidos en la guerra y quienes en el pasado obstaculizaron la justicia, como el exdiputado del PDC, Rodolfo Parker.
El exdiputado Parker es señalado por la Comisión de la Verdad de obstruir la justicia en el caso de la masacre de los padres jesuitas: Ignacio Ellacuría, quien era rector de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA); así como los sacerdotes españoles, Ignacio Martín Baró, que se desempeñaba como vicerrector de la UCA; Segundo Montes Mozo, Amando López Quintana y Juan Ramón Moreno Pardo; además del padre jesuita salvadoreño Joaquín López y López, y dos de sus colaboradoras, Julia Elba Ramos y su hija Celina Mariceth Ramos, perpetrado el 16 de noviembre de 1989.
El resto de miembros de la comisión ad hoc eran: el general Mauricio Vargas, exdiputado de Arena y defensor del teniente Domingo Monterrosa, principal implicado en la masacre de El Mozote; el coronel Antonio Almendáriz, exdiputado del PCN, también señalado en el Informe de la Comisión de la Verdad; y Nidia Díaz, excomandante de la guerrilla, negociadora de la paz y ex diputada del FMLN. También estaba Juan Carlos Mendoza, actualmente diputado de Gana.
Parte de los elementos para garantizar la reparación integral de las víctimas, como lo ordenó la Sala, es el acceso a la verdad de lo que ocurrió. En ese sentido, Bukele como comandante general de las Fuerzas Armadas tuvo la oportunidad de colaborar con la justicia transicional, pero no lo hizo. Se negó a ordenar que los archivos militares fueron abiertos para deducir responsabilidades en la masacre de El Mozote. En este tema también fue camaleónico. Primero dijo que iba a desclasificar todos los archivos, “de la A a la Z”, pero luego cambió de opinión y argumentó que por temas de seguridad nacional no podía abrirlos.