Editorial

Por GatoEncerrado

La seducción del autoritarismo y el peligro del método Bukele

Enero 11, 2024

Arte: Otras Miradas

Por GatoEncerrado / Otras Miradas

Otras Miradas es una alianza de medios de comunicación y periodistas independientes, alternativos y comunitarios de Centroamérica y México, de la que hace parte GatoEncerrado.

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, está por concluir su mandato constitucional. Pero, siguiendo la tendencia global de los líderes autoritarios, ha logrado controlar los tres poderes del Estado con el fin de mantenerse en el cargo a través de la búsqueda de una reelección presidencial que está explícitamente prohibida en la Constitución salvadoreña. Lo curioso, pero también obvio, es que el 70 % de la población aprueba la reelección —según una de las encuestas más recientes de la UCA—, a pesar de que es ilegal y de que representa descender un peldaño más hacia la consolidación de un régimen autoritario que restringe libertades civiles, limita la libertad de expresión, persigue a los periodistas y viola sistemáticamente los derechos humanos. 

Es una obviedad el apoyo de las masas a un líder que representa el retorno del autoritarismo porque en la mayoría de los países de la región centroamericana, como es el caso de El Salvador, los procesos democráticos no fueron acompañados de planes para resolver necesidades urgentes de las poblaciones, como la pobreza y la inseguridad pública. Además, quienes estuvieron a cargo de esos procesos democráticos, ya sea de derecha o de izquierda, cometieron abundantes actos de corrupción que provocaron el hartazgo y resentimiento de la ciudadanía, que esperaba mejorar sus condiciones de vida después de superar dictaduras militares y conflictos armados internos del siglo pasado.

Así las cosas, cualquier líder con rasgos populistas que desafía a los políticos corruptos tiene una aceptación inmediata y una oportunidad para gobernar, como ocurrió con Bukele. Luego, este tipo de líder puede mantener esa aceptación y popularidad si controla todos los poderes del Estado para perseguir a los corruptos del pasado y encubrir a sus propios corruptos —como cuando Bukele expulsó la Comisión Internacional Contra la Impunidad (CICIES) que tenía 12 de casos de corrupción de su gobierno—. Y finalmente, logrará que la población desee reelegirlo después de bajar el índice de homicidios y desarticular a las pandillas, aunque para conseguirlo tenga que recurrir a medidas que afecten a inocentes y que provoquen graves violaciones a derechos humanos. Eso, en esencia, es el “método Bukele”. 

Ese método es el que las poblaciones centroamericanas quieren importar a sus países. Seducidas por sentir un poco de seguridad en sus barrios y que los corruptos sean perseguidos, los ciudadanos de la región desean un líder autoritario que ponga orden en sus naciones, sin importar el costo.

El peligro radica en que el costo es volver a la senda del autoritarismo, donde probablemente se logre desarticular a las pandillas, pero la violencia seguirá presente en los territorios donde los militares y policías cometen violaciones a derechos humanos con la impunidad que les genera un régimen de excepción. El peligro es que, bajo el autoritarismo, sólo se cambie de verdugo. 

La situación, de todas formas, es compleja. Por un lado, los centroamericanos nos enfrentamos al peligro de ser seducidos por el autoritarismo y, por el otro, no tenemos incentivos para seguir por el camino de los procesos democráticos.

El problema con los procesos democráticos es que siempre serán débiles cuando no vayan acompañados de estrategias para calmar el hambre y resolver la inseguridad pública que sufren los ciudadanos. Mientras que el autoritarismo siempre será seductor cuando resuelva, al menos, la inseguridad e impresione con luces en monumentos, espectáculos internacionales como Miss Universo o juegos olímpicos, una biblioteca enorme con luces led y otros distractores que quitan la mirada de las violaciones a los derechos humanos cometidas por los brazos armados del Estado.

El éxito momentáneo de Bukele consiste en presentarse como la única alternativa al caos de la violencia de pandillas. Y mientras la población no vea en la oposición una propuesta integral para seguir por el camino de los procesos democráticos, se seguirá construyendo a paso acelerado los cimientos de una dictadura, algo que siempre empieza por cambiar la Constitución a capricho para que el mandatario se reelija cada vez que quiera. Centroamérica tiene ya un máster en ese tipo de procesos.