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El Padrino de la MS-13 y el monopolio en Santa Lucía

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GatoEncerrado estuvo en la audiencia de los comerciantes que supuestamente lavaban dinero para la MS-13. En esa audiencia, los fiscales citaron a su testigo principal del caso, a quien llaman “Padrino” y quien estuvo involucrado en la mayoría de las actividades económicas de la pandilla. Esto es lo más importante de lo que dijo ese testigo.


Por GatoEncerrado

Los cabecillas de la Mara Salvatrucha 13 (MS-13) pasaron de extorsionar a comerciantes y pequeños empresarios de la colonia Santa Lucía, ubicada en el municipio de Ilopango, al este de San Salvador, a lavar miles de dólares obtenidos a través de actividades ilícitas, como la venta de drogas, armas y extorsiones.

Para blanquear mensualmente los dólares, la “ranfla histórica” de la MS-13, es decir los cabecillas que están en prisión, se pusieron de acuerdo con los cabecillas en libertad, quienes se autodenominan “La Federación”, para asociarse con comerciantes  y pequeños empresarios de distintos puntos del país.

La asociación consistía en entregar dinero de las extorsiones de la pandilla a los comerciantes. Ese dinero tenían que invertirlo en negocios o en crear nuevos. Si tenían que crear nuevos, también tenían que convertirse en prestanombres (testaferros) para registrarlos y pedir permisos a las autoridades locales para su funcionamiento.

Las ganancias de esos negocios eran repartidas entre la pandilla y los comerciantes. Los cabecillas recibían el 70 % de las ganancias y el resto les quedaba a los comerciantes.

O al menos eso fue lo que dijo a fiscales e investigadores policiales un miembro de la MS-13, que participó en la mayoría de esos movimientos y quien probablemente era uno de los cabecillas. Con todo lo que podía revelar, la Fiscalía General de la República (FGR) le propuso otorgarle beneficios penitenciarios a cambio de delatar a cabecillas, pandilleros y comerciantes. Él aceptó.

La Fiscalía lo hizo su principal testigo criteriado en una de las cuatro investigaciones que ha realizado para golpear las finanzas de la pandilla. A esa investigación la llamó Operación Cuscatlán y al testigo le asignó el nombre en clave “Padrino”.

Foto GatoEncerrado

Foto GatoEncerrado

El Padrino y el monopolio

El testigo con clave Padrino les confesó a los fiscales que la pandilla lo envió a México y a Estados Unidos a reclutar jóvenes, crear clicas (células de la pandilla) y nombrar cabecillas locales en esos lugares.

También les dijo que en El Salvador, específicamente en la colonia Santa Lucía, conoció a varios comerciantes y les ofreció, en nombre de la pandilla, no extorsionarlos a cambio de convertirse en los lavadores del dinero. 

Con ellos, la Mara Salvatrucha se aseguró de que la mayoría de negocios en esa colonia fueran de sus lavadores o de comerciantes extorsionados. En otras palabras, toda la actividad económica de la colonia dejaba ganancias a la pandilla. 

También dijo que los pandilleros ofrecieron comprar, por debajo del precio real, varios negocios de esa colonia a sus antiguos dueños. Los pandilleros, además, amenazaron a los antiguos propietarios para que aceptaran el dinero o de lo contrario serían asesinados. Cuando los negocios habían sido comprados por la pandilla, se los entregaron a algunos comerciantes para que los administraran y lavaran dinero.

Entre los comerciantes que conoció el “Padrino” y que se convirtieron en lavadores de dinero, está Irma Lorena Rodríguez Amaya, quien se hizo dueña de nueve negocios de la pandilla; Jackeline Victoria Mejía, dueña de un restaurante y Florinda Recinos Bloommaert, presidenta de la ruta de microbuses 29-A.

El “Padrino” relató que fue él mismo quien solicitó dinero a la pandilla para que se lo entregaran a Irma Rodríguez. La primera entrega de dinero que envió la pandilla fue de $ 10,000 y la segunda de $ 23,000.

El “Padrino” agregó que se enteró de que Irma Rodríguez recibió una tercera cantidad de dinero para invertir en negocios, pero que no sabía a cuánto ascendía el monto porque en la última entrega no participó.

Según lo que investigaron los fiscales, Irma Rodríguez comenzó con un comedor. Ese negocio se convirtió, con dinero de la pandilla, en el restaurante “La Concha Loca y el Garrobo Feliz”. Luego, en esa misma cuadra, adquirió otro comedor, una panadería, una taquería, una cervecería, una tienda y varias pupuserías. 

Además de capturar a Irma Rodríguez por lavado de dinero y organizaciones terroristas, las autoridades también le inmovilizaron siete inmuebles y le incautaron un vehículo.

En la audiencia en que Irma y otros diez comerciantes fueron enviados a prisión preventiva, por cinco meses mientras la Fiscalía sigue investgando, el abogado dijo que todo lo contado por el testigo “Padrino” era “una novela” y que la Fiscalía le creyó todo.

El defensor también dijo que Irma no tenía problemas en pagar cualquier cantidad de dinero en  concepto de fianza a cambio de enfrentar en libertad condicional el proceso. Pero la jueza, del Juzgado Especializado de Instrucción “A” de San Salvador, le dijo que tenía que quedar en prisión porque así lo establece la ley, cuando se trata de procesar el delito de lavado de dinero.

En cuanto al negocio de Jackeline Mejía, la Fiscalía dijo que no podía ser posible que tuviera un restaurante llamado El Mundialito, sin tener cómo justificar todo lo invertido. El abogado de Mejía contestó que ella ganó la lotería y que algunas de las cosas que tenía eran donadas.  

 

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