Por Tania Primavera/@TaniaPreza
Tiene polvo. Más de setenta años pasaron, corrieron las persianas, entró la luz, lo necesario. Estoy en París. ¡A la luz! la memoria a la vista. Las revistas intactas, los peluches de mickey mouse y porky, el avestruz disecado. Los botes de perfumes deliciosos, música, jarrones, pinturas, tapices. Todo queda en silencio. Una chica solitaria vivió ahí. Me invitó a su fiesta. Usé su vestido rosa. Pero ella quería que le contara historias de Cuscatlán. Hoy sólo pienso en una, viajo, para ir a El Mozote, veo las filas de niños y niñas, las mujeres, ancianos, los hombres, la noche, la lágrimas no cesan, esto es para hipersensibles. Oigo el testimonio de Rufina Amaya, dirigiéndose al mundo, denunciando la masacre, ella se escondió de los soldados. Vos, desde tu silla art deco, me escuchás, dejás tu copa a un lado, querés saber más. No tenemos nada, nada me llevo, solo lo que di, lo que soy. ¿Qué soy?, ¿quién soy? Un reflejo, nada en el tiempo.
Un espejo, siempre hay un espejo en una casa. Es el testigo, el lazo. El silencio que guarda el secreto. Secreto que me regala a veces la música. Donde entro y salgo. Los Torogoces de Morazán, me dan una señal. ¿Qué escribís? La historia que viene, camino entre los cantones y caseríos de El Mozote, en Morazán. Un lujo hacerlo soñando, porque yo sueño… Pero te dejé sola, y el lujo de tu apartamento abandonado nos invita a tomar más vino, me siento en ese tocador-espejo, abro los botes de tus perfume, aún los siento, amo los perfumes que nos dan las flores, leo tus viejas revistas.
Me gustan los espejos, tal vez a veces he querido quebrarlos en mil pedazos. ¿Cómo habrá sido El Mozote a principios de siglo XX, mucho antes de la terrible masacre de diciembre de 1981? Casi mil personas en la mayoría niñas y niños, familias enteras. Las risas, el silencio, era aun paisaje más silvestre, donde las mariposas siempre vuelan, y las luciérnagas salen de los montes.
Quiero imaginar El Mozote sin tristeza. Con risas, con comida, con techo, con escuela, con arte, con alegría, con un abrazo. No es posible, sí es pero no es, la cicatriz esta abierta. Hay unas que no cierran. Hay corazones rotos, aún buscan…lo que se perdió, lo que ya no vendrá mas que en la memoria. Como el secreto del espejo. En el horizonte, tal vez un sonido, un eco que me dice al oído: Justicia restaurativa, mínimo.
Y vos, sólo cruzás las piernas, seguís escuchando. Veo tu espejo, que chivo debe ser poder tener la vida en rosa, pero quizás te hubiese gustado estar entre el lodo bajo la lluvia de Morazán y sentarte en una cueva a escuchar el riachuelo que pasa en La Guacamaya. Sin tu ropa sofisticada. Yo te prestaré.
Oigo ecos. Veo diseños de flores. Salgo, de nuevo todo igual. El ruido, el smog. Eso es. Llego al espejo, el néctar de Rescue de las flores de Bach, gotas que pongo en mi lengua. Entra en mí, valioso tesoro.
Los cuadros, las vajillas de cocina, muebles, libros, sala. ¿Dónde voy? La calle de tierra, la iglesia, el monumento, las tumbas. ¿Dónde voy? ¿Dónde fuiste? Al espejo. Quiero irme de aquí. Quiero esperarte aquí. Je suis Primavera, le Printemps. Aunque sea fantasía, yo me entiendo. Un espejo testigo. De lo que vio. Posa entre laureles victorianos en una calle entre una capsula en el tiempo de una ciudad luz. Un espejo, también quedó tirado en El Mozote de un caserío LUZ, luz de luciérnaga, luz eterna, luz que aclara.
Tania Primavera Preza: Integrante del Consejo Editor de la Revista Trasmallo. Ha participado en jornadas lúdicas con jóvenes utilizando el “Juego Los Izalcos” sobre cultura ancestral indígena, la edición de exposiciones museográficas, producción de cápsulas radiales, publicaciones y talleres con jóvenes sobre derechos humanos y memoria histórica. Actualmente es responsable del Área de Comunicaciones del Museo de la Palabra y la Imagen, y conduce junto a un equipo del MUPI la Red de Jóvenes en Defensa de los Derechos Humanos. Desde abril de 2015 es bloguera del espacio “Gotas de Néctar en Revista Gato Encerrado