Por Tania Primavera
Despertó con sus pijamas japonesas, color rosa y ocre. Día seis sin asistir, cansancio, sueño. Durmió lo que pudo. Alcanzó a ver los rayitos de sol. Pensaba en ir al bosque. Ese bosque que jamás volverá. Corría por los caminos descalza, machetona, subiendo a los árboles. Su vida sería el trabajo, siendo recolectora de café. Ella sola dio a luz, ahí en esa tierra de El Espino. Como ella, nacerían ahí sus hijos. Perdió a los quince a su mamá. Siguió la vida trabajando entre las fincas. Con la esperanza de sobrevivir, entre las faldas del volcán de San Salvador.
Todo ahí era del amo y señor. Solo hasta colindar con las tierras cercanas al Plan de la Laguna. La única escuela, La Concha viuda, en honor a su impulsora, Concha viuda de Escalón. Ahí fueron los bichos de todas estas fincas, donde antes de llamarse colonia Escalón eran cañaverales y cafetales. Los días pasaron entre esos montes.
En Navidad, eran grandes colas para la entrega de la guacalada de tamales, a las niñas les daban una muñeca de trapo, les decían chintas. Para algunos, la Reforma Agraria al final los fregó, a los colonos que habían nacido ahí. Porque después de eso no les daban nada. Personas que siempre vivieron en esa tierra. Volteo a ver. Entre las ventanas, entra la luz. Sola. Las veredas, fueron testigos, viste de lejos de cerca como tanatadas, parvas de gente quemándose.
También los enterraban ahí. ¿Por dónde y cuándo? -En los ochenta, en la ofensiva (del 89). Por todos lados, hay fosas, donde están los centros comerciales. Ahí hay sótanos bajo una casa. Yo no fuera ahí de noche, de noche yo no fuera ahí. Cuando no había nada más que cafetales, nosotros íbamos por fruta, o a vender el café en la madrugada que lográbamos sacar para nosotros. Temprano. Salían los cadejos.
La tierra se nutre de los muertos. Por eso la tierra regresa a ellos. Veredeando entre El Espino.
Tania Primavera Preza: Integrante del Consejo Editor de la Revista Trasmallo. Ha participado en jornadas lúdicas con jóvenes utilizando el “Juego Los Izalcos” sobre cultura ancestral indígena, la edición de exposiciones museográficas, producción de cápsulas radiales, publicaciones y talleres con jóvenes sobre derechos humanos y memoria histórica. Actualmente es responsable del Área de Comunicaciones del Museo de la Palabra y la Imagen, y conduce junto a un equipo del MUPI la Red de Jóvenes en Defensa de los Derechos Humanos. Desde abril de 2015 es bloguera del espacio “Gotas de Néctar en Revista Gato Encerrado.