El rey mago de miel

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Acuarela por Em Montes.

 Por Tania Primavera

Invisible. Apareció y lo nombró rey mago. Intercambiando luces. Eran palabras que viajaban para ella, para él. Néctar entre la selva de la ciudad. Urbes lejanas. Encontró, una cápsula hecha de hojas, donde recurrir, para beber el agua del manantial secreto. Casi dos vueltas al sol, o mas. No habían calles, ni paseos, ni viajes de fines de semana. Ni plan. Era solo palabra silenciosa que alegraba el día o la noche. Inventaba el tiempo, los vuelos nocturnos hacia el sur. Sueños. Sin imaginar que luego de contarse algunas historias, y compartir un arcoiris puente, la primavera se detuvo. En su mundo, en el frío. En la claridad del blanco. Como una casa feliz, con paz, llena de flores. Era como dar la mano a alguien sin darla. Un témpano pasó. Con tanta luz, vino la alegría, el dolor, el miedo, la alegría.  De nuevo intentar sonreir.  La piedra verde del desierto que le llevó de regalo. Guardada. Esta fría. Ella le dio una pequeño ámbar al mago. El silencio aleja, el río de sus gotas joyas de su ser, se convierte en fuerza. En comprensión. La gota que cae en su mejilla abre la ventana. El árbol de mango lleno de flores. La hojarasca en el suelo. ¿Dónde estará? busca, atraviesa, imagina, pero, mejor no. No hay un lugar y no existe.  Es como es. El cielo de enero en Cuzcatlán colorea con tonos naranja y rosa al amanecer. Busca la miel, busca el hielo, busca el sol. O una voz. Su voz. Abre el libro de pinturas de Gauguin. Cuelga la acuarela con tres rostros de Sagatara que le regalaron. Y busca algo en la librera, algo,  “El libro del anhelo” de Leonard Cohen, tal vez.ztreymago-gota

 

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