Relato

Kevin contra las mentiras de los policías y un juez que insiste en mantenerlo prisionero

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Diseño/ Karina Hernández

Este 27 de marzo, El Salvador cumple un año bajo Régimen de Excepción. En este tiempo, organismos que defienden derechos humanos y periodistas han documentado cientos de casos en los que las autoridades violan derechos humanos de personas inocentes bajo el argumento de que están en una guerra contra las pandillas. En este periodo, el país ha sido el escenario de capturas arbitrarias, donde policías y militares mienten en las actas de capturas y donde los jueces sin rostro son tozudos para mantener en prisión a los jóvenes que pueden demostrar que son inocentes o que tienen arraigos para enfrentar en libertad un proceso judicial en el que no existen pruebas en su contra para acusarlos de pertenecer a una pandilla. Este es un breve relato de uno de los casos que todos los días llegan al correo de GatoEncerrado o en mensajes privados de nuestras redes sociales.

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“Yo no entiendo por qué los policías han mentido en el acta de captura”, dice ofendida Sandra Hernández, mientras sostiene en sus manos una carpeta amarilla con los papeles que hacen constar el arresto de su sobrino Kevin Huezo Hernández, de 23 años, a quien los policías rurales y los militares acusan de ser miembro de la Mara Salvatrucha en el centro de Nejapa, un municipio ubicado al noroeste de San Salvador.

En el acta, los policías destacados en la Base Rural de Nejapa describen una escena que parece calcada de otras miles que la Policía Nacional Civil (PNC) ha escrito durante el régimen de excepción y que han sido cuestionadas —por organismos que defienden derechos humanos— por ser inverosímiles. La de Kevin dice: “Los agentes realizaban un patrullaje preventivo acompañados con personal de la Fuerza Armada y observan a un sujeto que al observar la presencia policial se pone nervioso, por lo que lo intervienen, le realizan un registro corporal (y) no le encuentran nada ilícito, pero tiene ficha policial en la que aparece que es miembro de la mara MS-13, y se encarga de informar los movimientos de la policía cuando ingresan al sector”.  

Acta de captura

Cuando Sandra y otros familiares de Kevin leyeron esta acta quedaron sorprendidos. Lo que vieron y escucharon la tarde del viernes 18 de noviembre de 2022 es muy distinto a la versión oficial. El relato de los policías hace que Kevin, según aseguran sus familiares, parezca un pandillero que fue encontrado en la calle durante un patrullaje y lo despoja de la persona que es en realidad: un padre, esposo, empleado, cristiano y futbolista destacado. 

“Aquí vinieron los policías diciendo una cosa y luego en el acta escribieron otras cosas que no son verdad. Todo ha sido arbitrario. Han venido a hostigar gente como nosotros, que desde niños nos hemos criado en el evangelio, nunca hemos dañado a los vecinos y por eso no entiendo por qué los policías vinieron con falsedades a llevarse detenido a Kevin, quien no es un pandillero”, objeta Sandra. 

Lo que recuerdan los familiares es que aproximadamente a las 5:30 de esa tarde de viernes, Kevin se encontraba en el interior de su vivienda en Nejapa, cuidando a sus gemelos recién nacidos, junto a su esposa Sofía Rodríguez y en compañía de otros familiares que vieron cuando los policías llegaron hasta la puerta de la vivienda. 

Kevin no estaba en la calle, como escribieron los agentes en el acta. De hecho, tenía más de un año de estar incapacitado y le costaba mucho esfuerzo movilizarse con normalidad, tras accidentarse en su motocicleta en agosto de 2021, cuando se fracturó gravemente la pierna derecha. Para lograr caminar de nuevo tuvo que someterse a una operación en la que le colocaron una placa de platino en el tobillo y recibió un tratamiento fisioterapéutico. Su caso se complicó porque su cuerpo “rechazó” la platina y en 2022 estuvo en observación para determinar si tenía que someterse a una segunda cirugía.

Dos incapacidades, varias radiografías que revelaban los huesos rotos en el accidente, papeles firmados para la operación en el tobillo, recetas médicas y los controles con la fisioterapeuta son la evidencia de que Kevin tenía problemas para desplazarse y que salía de la casa solo para cosas urgentes, sus tratamientos médicos y para cursar diplomados y talleres en orientación laboral y bartender. Muestra de eso es que el mismo viernes 18 de noviembre, por la mañana, asistió a la clase de cierre del diplomado impartido por el Instituto Salvadoreño de Formación Profesional (Insaforp) sobre habilidades blandas. 

Sandra muestra las radiografías de la fractura en el tobillo de su sobrino Kevin, tras el accidente. Los doctores intentaron reconstruir el hueso, pero el cuerpo de Kevin "rechazó la platina".
Uno de los diplomas de Kevin.

Por el mismo accidente y las dificultades para movilizarse, los jefes que tenía Kevin en la panadería Pan Pezzuto, en la que trabajaba como auxiliar contable desde hacía más de dos años, consideraron que lo mejor era concederle que hiciera su trabajo desde la casa para no afectar su recuperación. Eso, además, le facilitó estar al cuidado de su esposa Sofía que pasó por un embarazo y un parto de riesgo. Fue tan grave la situación que los gemelos quedaron ingresados en el hospital, bajo observación médica, sus primeros 18 días de vida. 

Adriana, su hermana, recuerda que cuando los gemelos finalmente fueron dados de alta, “Kevin se volvió loco de amor por los bebés”. No solo él, todos en la familia también estaban contentos por el nacimiento de los dos niños. Así que ese viernes, después de su jornada laboral en casa y de la última clase del diplomado, Kevin ya se estaba acostumbrando a su nueva rutina de cuidar a los gemelos, dormirlos, alimentarlos, cambiarlos y ayudar a su esposa en todo lo que pudiera. Esa tarde, los bebés habían cumplido una semana de estar en el hogar luego de permanecer ingresados en el hospital.

“Él me acompañaba en mis controles, yo lo acompañaba a él a todos lados. Yo revisaba su teléfono y él no tenía absolutamente nada qué esconder y no andaba en malos pasos. Para mí es difícil, la verdad sí lo necesito. No es fácil quedarme sola con los gemelos y prácticamente he caído en depresión”, musita Sofía, la esposa de Kevin, mientras carga a uno de los bebés en sus delgados brazos. 

"Nos están robando a los padres de estos niños", dice Sandra, mientras habla del amor que Kevin tenía por sus gemelos, con quienes solo pudo estar en sus primeros días de vida.

Desde la única puerta de entrada y salida de la vivienda, parados en el estrecho pasaje peatonal, los tres policías rurales y los militares armados con fusiles preguntaron específicamente por Kevin.

—Andamos buscando a Kevin Jonathan Huezo Hernández— dijo uno de los policías, según recuerdan los familiares.

—Yo soy Kevin— se presentó. 

—Necesitamos tu DUI (Documento Único de Identidad) y tu teléfono celular— ordenaron, sin ofrecer más detalles. 

Así que Kevin regresó al interior de la vivienda a buscar su documento y celular, donde se cruzó con su esposa Sofía, quien le preguntó si todo estaba bien. Kevin se limitó a responder que no se preocupara y luego volvió a la puerta.

—Hemos venido porque recibimos una denuncia anónima en la que se dice que sos “poste” de la mara— argumentaron los policías, mientras lo sacaban de la casa y lo llevaban caminando por el pasaje peatonal, hasta la calle. En todo el trayecto, unos 30 metros, Kevin caminó con notables molestias en su pierna derecha por las secuelas del accidente.

DATO

"Poste"

“Poste”, en la jerga de las pandillas y en las fichas policiales, es el término que se le da a las personas que colaboran con la pandilla desde alguna esquina en las comunidades para informar sobre los patrullajes de los policías y militares.

Antes de llegar al vehículo policial, según cuentan sus familiares, Kevin fue registrado corporalmente por los policías desde los pies hasta la cabeza. A medio pasaje peatonal, le quitaron su ropa y comprobaron que no tenía tatuajes, armas ni nada ilícito. Luego le colocaron las esposas en sus muñecas y se lo llevaron a la subdelegación policial de Apopa, al norte de San Salvador.

“No entendemos cómo la señora Primera Dama de la Nación está diciendo que han implementado esa ley de ‘Nacer con Cariño’, cuando nos están robando a los padres de los niños, cuando ellos no están investigando antes de llevarse a las personas”, espeta Sandra, indignada, mientras relata cómo fue la captura de su sobrino.

Este es el pasaje peatonal por el que los policías y militares se llevaron a Kevin, luego de sacarlo desde el interior de su vivienda, según sus familiares.

Desde Apopa, según la información que lograron obtener los familiares, Kevin fue trasladado a la excárcel de mujeres en Ilopango, un recinto que las autoridades han utilizado en el régimen de excepción como recepción para todos los detenidos que luego son redistribuidos en algún centro penitenciario. Kevin fue llevado de Ilopango hasta el penal de Izalco, al occidente del país. 

En estos penales, los detenidos bajo el régimen de excepción deben esperar hasta seis meses para enfrentar una audiencia inicial, en la que un juez revisa su caso y decide si permanecen en prisión o son liberados. En la mayoría de los casos, según han confirmado a GatoEncerrado los defensores públicos, los detenidos enfrentan un proceso judicial sumario. Es decir, son tantos los capturados —van más de 66,300 detenidos desde que la Asamblea Legislativa, dominada por el partido oficialista Nuevas Ideas, aprobó el régimen de excepción el 27 de marzo de 2022— que en las audiencias comparecen hasta 200 o más personas acusadas principalmente del delito de agrupaciones ilícitas que se castiga con penas de entre 20 y 30 años de prisión, según las reformas al Código Procesal Penal que aprobó la Asamblea en los primeros meses del régimen. En los procesos judiciales, aunque las personas no se conozcan entre sí, son acusadas de pertenecer a una misma estructura delincuencial. La decisión de los jueces, en la mayoría de los casos, es que permanezcan detenidos otros seis meses para que la Fiscalía General de la República (FGR) encuentre alguna evidencia o prueba para demostrar que son pandilleros. 

En otras palabras, los cuerpos de seguridad del presidente Nayib Bukele primero capturan a las personas y luego investigan si son miembros de pandillas o si han cometido algún delito para condenarlas. Contrario a lo que se hace en cualquier estado de derecho del mundo, donde primero se investiga y luego se captura. En El Salvador, la mayoría de los jueces también están alineados al Poder Ejecutivo, después de que la Asamblea Legislativa destituyó al presidente de la Corte Suprema de Justicia y a los magistrados de la Sala de lo Constitucional e impuso en su lugar a magistrados afines al Gobierno de Bukele. Además, la Asamblea también promovió una purga de jueces e impuso a otros que son afines al presidente de la República.

Organismos internacionales, como Human Right Watch y Amnistía Internacional, han señalado que en El Salvador se vive una profunda crisis de graves violaciones a derechos humanos; y que los más afectados son hombres jóvenes con edades de entre 18 y 30 años, que viven en comunidades pobres y rurales o semiurbanas. Kevin encaja en ese perfil.

Jueces sin rostro que desestiman todo

En la audiencia inicial de Kevin sucedió lo típico en el régimen: un juez sin rostro —figura que fue aprobada por la Asamblea de Bukele para que los jueces del régimen no sean identificados ni cuestionados— determinó que era prueba suficiente la ficha policial y la entrevista de los policías captores para mantener en prisión al detenido. Como suele ocurrir en estos casos, los jueces no piden a los policías que expliquen los criterios con los que elaboraron esas “fichas policiales” que carecen de detalles sobre los indicios para perfilar a una persona como pandillero. En estas fichas ni siquiera queda el registro del policía que las elaboró y por eso no hay nadie que se haga cargo de la información que aparece en ese documento.

Tras la captura y decisión del juez, la familia de Kevin hizo un esfuerzo económico para contratar a una abogado particular, con el fin de solicitar una audiencia especial para que el caso fuera revisado nuevamente y se reconociera que la captura de Kevin fue un error y arbitraria. 

La abogada, cuyos honorarios costaron más de $1,000 dólares a la familia, consiguió que el caso de Kevin tuviera una audiencia especial, el 2 de febrero de 2023, para presentar arraigos sociales, familiares, laborales y domiciliares —es decir, evidencia documental de que Kevin tiene una casa a su nombre, un matrimonio, trabajo y es padre—. La intención de presentar toda esta documentación era demostrar su inocencia o al menos garantizar que no se fugará si se le concede continuar el proceso judicial bajo libertad condicional.

El día de la audiencia, la familia de Kevin y su abogada lograron reunir una larga lista de documentos para que el juez no tuviera dudas de los arraigos. La misión era que sobraran documentos y no que faltaran. Pero todo esto fue calificado por el juez sin rostro como “insuficiente” y por eso reiteró su decisión de que Kevin siga en prisión, según consta en el documento denominado “Valoración de la documentación presentada con la intención de acreditar arraigos”, con número de referencia C4-054-2022 (6).

La lista de arraigos comenzaba con una carta firmada por el pastor de la Iglesia Evangélica del Príncipe de Paz de Nejapa, en la que se hacía constar que Kevin es cristiano y que la comunidad cristiana de la zona lo respalda. Luego, un legajo con 19 declaraciones juradas de distintas personas que sostienen que conocen a Kevin desde hace muchos años y que les consta que es un joven honesto y trabajador. 

Sobre estas declaraciones, el juez valoró que “por sí mismas no aportan elementos necesarios que puedan generar algún tipo de arraigo, ya que tienen que ser corroboradas por otros elementos, para el presente caso son insuficientes para robustecer alguno de los mismos”. 

La lista seguía con un documento de la Asociación Cooperativa de Producción Agropecuaria “El Ángel”, en el que se hace constar que Kevin es colono reconocido de la cooperativa y donde ha construido, poco a poco, la casa que quería tener para criar a sus hijos. Además, como parte de los arraigos domiciliarios, su familia presentó recibos de servicio de energía eléctrica a nombre de Kevin. Sobre estos recibos, el juez dijo que no comprobaban arraigo “ya que hay más elementos periféricos que complemente o verifiquen el arraigo domiciliar”.

Luego, la lista de documentos incluía la constancia de trabajo extendida por el administrador de Pan Pezzuto, seis comprobantes de orden de pago del Instituto Salvadoreño del Seguro Social, dos incapacidades del Seguro Social, copia certificada por la Fiscalía donde consta que Kevin siguió un proceso por resultar lesionado en accidente de tránsito, una constancia de AFP Crecer a nombre de Kevin en la que se observa que debe iniciar trámite para pensión temporal, una solvencia de antecedentes penales y una de antecedentes policiales en las que consta que no tiene registro de ningún tipo ni cuentas pendientes con la ley. 

El juez descartó la constancia laboral bajo el argumento de que “no viene legalizada y tampoco presenta documento para corroborar la existencia del comercio, si está registrado como tal, siendo una sociedad, comerciante individual, o en su defecto, si tiene los correspondientes permisos de operación”. Eso a pesar de que Pan Pezzuto es una panadería reconocida en el país y tiene sucursales en algunos de los centros comerciales más importantes. Sobre la constancia del seguro social, el juez refutó que no estaba acompañada de un contrato laboral para establecer si era una “relación laboral formal o perdurable, por lo que no genera suficientes indicios para acreditar arraigo laboral”.

El juez también rechazó la certificación de partida de matrimonio de Kevin con Sofía, firmada por el alcalde de Nejapa Jorge Alexander Escamilla, del partido Nueva Ideas, quien agregó una declaración jurada para decirle al juez que conoce a Kevin desde hace 20 años y que le consta que “es un joven responsable, de valores cristianos y ha participado en varios talleres que la municipalidad imparte, a través de los cuales ha demostrado ser un habitante de buena conducta; por tal razón, no dudo en dar buenas referencias de su persona”. Asimismo, el juez rechazó la certificación de las dos partidas de nacimiento de los gemelos que tuvieron Kevin y Sofía, el pasado 28 de octubre de 2022.

“No se logra acreditar arraigo familiar ya que no presenta elementos periféricos que complemente y demuestre que se encuentre arraigado a un núcleo familiar como tal, es decir que demuestre interacción positiva dentro de la misma, que lo arroguen a sus familiares”, expresó el juez y luego agregó: “Con la anterior documentación no se logra acreditar arraigos suficientes como para desvirtuar significativamente el peligro de fuga”. 

Tras esta audiencia especial, la familia concluyó que hiciera lo que hiciera era imposible demostrarle al juez la inocencia de Kevin. Así que decidió que no podía seguir pagando a la abogada para buscar una apelación o continuar insistiendo en el proceso judicial. Ya no era viable seguir costeando los honorarios de la abogada, al mismo tiempo que se cumple con la responsabilidad de mantener a los gemelos sin lo que aportaba Kevin a la economía familiar y con el agravante de tener que reunir más de $100 mensuales para pagar por la comida, ropa y artículos de higiene personal que Kevin necesita en la prisión y que el Estado no le provee. Por si eso fuera poco, Sandra también denuncia que no tiene certeza de que Kevin reciba el paquete que le envía a la cárcel y tampoco tiene ningún conocimiento sobre el estado de salud o si ha empeorado su pierna.

“Yo tuve la mala experiencia de hacer la fila para pedir información. Estuve bajo el sol, esperando mi turno después de unas 100 personas que estaban como yo, buscando información sobre sus familiares. Yo estuve, todas esas horas, cargando el paquete que le iba a entregar a las autoridades para que se lo hicieran llegar a Kevin. Cuando por fin llegué, me mandaron para otro lado, que ahí no era el lugar para pedir información. A uno lo maltratan, lo van dejando de menos y uno siente eso como un maltrato físico y mental”, describe Sandra.

Por todo esto, Sandra acudió a la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) con la finalidad de denunciar la captura arbitraria de su sobrino Kevin. En esa institución la escucharon y elaboraron un acta de denuncia. Pero hasta la fecha no hay una actualización del caso. Ni siquiera hay alguna notificación de que la investigación comenzó. En realidad, no sorprende que la Procuraduría sea una institución que guarde silencio ante las “graves violaciones a los derechos humanos que se cometen en el régimen”, según han señalado organizaciones de sociedad civil. La titular de esta institución, Raquel Caballero de Guevara, fue elegida en octubre de 2022 por la Asamblea de Bukele, quien la invitó a Casa Presidencial para presentarla como la nueva procuradora ante el país en una cadena nacional de radio y televisión, que aprovechó para defenderla de los señalamientos de la sociedad civil y periodistas por haber cometido actos de corrupción comprobados cuando en el pasado ocupó el mismo puesto. 

El juez rechazó todos los documentos que se presentaron para demostrar los arraigos de Kevin.

Kevin, el cristiano y futbolista

En las 19 declaraciones juradas de amigos, vecinos y compañeros queda claro que Kevin tiene una trayectoria como voluntario de movimientos cristianos evangélicos que promueven la paz y la justicia social en las escuelas y municipios. Es decir, ha sido una persona que, según sus conocidos, ha procurado que otros jóvenes busquen el camino de la paz y eviten meterse a pandillas. 

“Nosotros siempre hemos ido a la iglesia. Es más, yo hacía una célula (una reunión cristiana en casa) y Kevin era mi ayudante. Yo era la líder y él me ayudaba. Aquí a la casa venían jóvenes y adultos y les hablábamos de la palabra de Dios. Cuando yo me desanimaba o me sentía muy cansada y no quería hacer la reunión, Kevin siempre me animaba a que no dejara de hacer la célula y seguir hablando a otros de Dios”, dice Adriana, su hermana. 

Sus amigos y familiares también destacan que Kevin era un apasionado futbolista en la “Liguilla” de Nejapa. De hecho, lo primero que cualquiera observa al entrar en su vivienda son los cuatro trofeos de campeón y subcampeón que exhibe, orgulloso, en el estante en el que también hay una biblia, una televisión y una consola de videojuegos. 

“En la familia siempre hemos sido unidos. Cuando había partido, nosotros íbamos a gritar los goles a la cancha. Era emocionante ir a los partidos. Aunque últimamente, por el accidente, Kevin no estaba jugando”, dicen sus familiares. 

Los trofeos de Kevin.

Sandra agrega que el régimen de excepción, la captura arbitraria de Kevin y la tozudez del juez para mantener en prisión a su sobrino solo es otra cara de la misma moneda de injusticias que su familia ha vivido por años. 

“Hace unos años yo perdí una casa por pandilleros que nos desplazaron. Por el lado de los pandilleros nosotros ya sufrimos y ahora sufrimos por el lado de quienes deberían de defendernos. Nosotros estamos en medio y queremos justicia”, pide Sandra.

Régimen de Excepción | Año 1