Marta fue violada dos veces en un campamento guerrillero en 1992. Su agresor, un exjefe de la guerrilla, no tuvo ninguna sanción en su momento y ahora tiene un cargo de función pública. El caso de Marta y el de muchas otras mujeres abusadas sexualmente por la guerrilla o por cuerpos de seguridad del Estado, no figuran en ningún informe oficial y continúan impunes. Para especialistas e investigadoras, los niveles de violencia de género actuales no son una casualidad en “tiempos de paz”. La ausencia de las voces y demandas de las mujeres en la negociación para llegar a los Acuerdos de Paz ha marcado el presente de las mujeres salvadoreñas.
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